TAILANDIA-1: BANGKOK, E IMPRESIONES DEL PAÍS

Aunque quedan lejos los ecos del verano, aún se pueden contar en este diario e impresiones compartidas y variedades. Serán varias entregas que empiezan con la capital tailandesa, ciudad de peso en ese sudeste asiático que cada vez tenemos más cerca con la globalización e interdependencia de todos los países del mundo.
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Al margen de la hostilidad agresiva de la jungla está su belleza: luces de modernidad y vida en el alegre y comercial barrio de Khao-san, donde se concentran los turistas recién llegados. Allí algo de marcha: comidas, bebidas, música, y mercadillos nocturnos.
El río, transitado por barcos y botes, que antas fue la principal arteria de la ciudad. Si montamos en una de estas barcazas, podemos desplazarnos a la zona del Palacio Imperial y ver que hay más templos, construcciones antiguas, modernas…
Desde alguno de los templos (Golden Mountain), podemos disfrutar de bello paisaje urbano, a la vez que intentamos enterarnos de en qué consiste esa fiesta budista que se prepara. En su interior vemos desfilar gente, con respeto, y hacer ofrendas. En las calles, observamos frecuentes grupos de monjes vestidos de naranja. Quizá esta religión y el carácter tropical de sus gentes dan una cierta paz al país. Puesto que si esta concentración de personas se diera en Europa sería invivible. Los occidentales somos bastante más agresivos y entramos en conflicto sin paciencia.
Mencionar por último la importancia de la prostitución, en este país de vacaciones. Resulta llamativo ver barrios llenos de bares con jovencillas ligeras de ropa, y muy delgadas, en los que alternan con clientes bastante más gordotes. Es un mercado nada oculto, y un poco patético, especialmente cuando ves a mujeres de cierta edad dando espectáculos tristes con bolas de pin-pon… En fin, riqueza y pobreza + explotación, muy cercanos en estos mundos a donde de repente llegó dinero muy rápido.
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