MÁS CALORÍAS EN LOS RESTAURANTES QUE EN LOS ESTABLECIMIENTOS DE COMIDA RÁPIDA

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No es por nada, pero yo ya lo vengo diciendo desde hace mucho. Lo malo no es la comida de los fast-food, lo malo es comer siempre allí. De hecho, comer continuamente en una freiduría o un restaurante puede tener consecuencias similares. Y ahora con datos: en un estudio publicado en la revista Review of Agricultural Economics, se comparan las calorías y el tamaño de la ración en distintos establecimientos de fast-food, en varios restaurantes y en el hogar. Tanto en los restaurantes como en los establecimientos de comida rápida las comidas mostraban un contenido calórico superior al de una comida en el hogar. De los dos, los restaurantes presentaban raciones más grandes y mayor contenido calórico. La comida de los fast-food era más densa energéticamente, pero las raciones son menores. Tras varias disquisiciones, los autores concluyen que a la hora de plantearse una comida sana, debe considerarse todo tipo de alimentación hecha fuera del hogar, y no solamente la de los fast-food.
El cuadro es «Bodegón con jarra de jengibre» de Mondrian.

3 pensamientos en “MÁS CALORÍAS EN LOS RESTAURANTES QUE EN LOS ESTABLECIMIENTOS DE COMIDA RÁPIDA

  1. Buenas Orges
    Hace un tiempo, en el congreso de la AEDN (Asociación Española de Dietistas Nutricionistas) del 2006, recuerdo que investigadores de la Universidad de Valencia en colaboración con una escuela de hostelería presentaron un trabajo en el que se valoraban las calorias de los platos preparados en la escuela. La conclusión a la que llegaban era que los menús sobrepasaban en mucho la energía aportada por la comida del mediodía. Creo recordar que en muchos casos estabamos en las 2000 Kcal ¡ Únicamente en la comida!
    Felices fiestas a todos

  2. Saludos, jamonero mayor.
    Seguro que en nuestro medio la mayoría de los restaurantes ofrecen menús hipercalóricos, aunque no creo que se acerque al estilo del restaurant norteamericano de enormes raciones. Hay que recordar que según las costumbres estadounidenses para que algo sea bueno debe ser, entre otras cosas, grande, enorme, XXL: el coche, la casa, el filete, la ración de patatas, etc.
    Esa es una “suerte” que tenemos en Barcelona, que cada vez las raciones en los restaurantes son más pequeñas, a la inversa de los precios. Ahora entiendo que los restauradores quieren cuidar nuestra salud…

  3. Saludos,
    Antonio, no me sorprende lo más mínimo (2000Kcal, tela marinera!!). Sin duda, si uno se esfuerza, estudiándose detenidamente la carta y compartiendo entradas, puede llegar a comer algunas calorías menos, pero desde luego no es lo habitual. Estoy seguro que la mayoría de los menús degustación de los restaurantes insignes (incluso los de aquellos que dicen preocuparse por la salud de los consumidores) superan con mucho las cifras recomendables. Un día es un día, sin duda, pero que quede claro que lo malo no es la comida en sí, sino las costumbres.
    Flat, es cierto lo que dices del tamaño de las raciones en USA y su obsesión por el tamaño (no sé si de todo…) y por comer más a menos precio. No obstante, como comenta Toñín, aquí también estamos por encima de lo que sería una nivel recomendable (insisto, un día es un día). Muy bueno lo del tamaño de las raciones. Yo creo que (poniéndome serio) también tiene que ver con un efecto que creo que se comentó ya aquí en una ocasión: el sentido del olfato (como casi todos) se habitúa rápidamente, y dejamos de tener una percepción tan intensa como en los primeros bocados. Basándose en esto, Blumenthal desarrollaba un pato de coliflor en el que ésta se preparaba de diferentes formas, de tal manera que presentara diferentes texturas, intercalando también algunos sabores/aromas diferentes. De esta manera conseguía mantener “despierto” el sentido olfativo, y eso redundaba en una mayor satisfacción por parte del consumidor. Para ejemplificarlo, en las charlas lo que hace Peter Barham (yo se lo he copiado en alguna ocasión) es dar a una serie de asistentes un chicle de menta, tenerlos masticando durante 15 o 20 minutos o más, y después preguntarles si perciben ya el aroma de la menta. Si dicen que no (sería lo normal) les proporciona un vaso con agua azucarada; al tomar el azúcar (solamente tiene sabor dulce), vuelves a percibir la menta en la boca. La explicación es que se le ha “llamado la atención” a los sentidos al introducir una sensación nueva. Creo recordar que yo explicaba que a mí me pasa con los chicles de menta y la coca-cola: cuando ya está casi gastado el chicle, doy un trago del infernal brebaje (siempre light, para calmar la conciencia y no despertar mis genes diabéticos) y la menta vuelve a mi nariz.
    Saludos

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