OTRA VEZ LA POLÉMICA DE LA MATANZA

Ayer en clase de la asignatura de libre elección “Productos Alimenticios Tradicionales”, me tocaba dar “La Matanza Tradicional” (se entiende que la del cerdo; otro tipo de matanzas no están contempladas en esta asignatura, aunque con Bolonia, cualquiera sabe). Y mira tú qué casualidad, esa misma mañana el diario El País publicaba un artículo sobre cómo la normativa en torno a la matanza domiciliaria se utiliza como papel higiénico en numerosas ocasiones y en un buen número de comunidades autónomas. El factor común en todas estas ocasiones es el caso omiso al requerimiento legal de realizar un aturdimiento previo del animal antes del sangrado, que es finalmente la forma en la que mueren los animales (desangrados).

No se trata por lo tanto de un debate sobre si está bien o mal matar animales para comer. El enfrentamiento es en este caso de los más duros: tradición contra bienestar animal. Debate que ya ha salpicado distintos ritos y celebraciones de nuestra sociedad, como los gallos colgados (a los que hay que arrancar la cabeza), el burro del Pero-Palo en Villanueva de la Vera, las corridas de toros, y si mi apuras, hasta la caza (y un prolongado etcétera). En todos estos y muchos otros casos, se trata de tradiciones en las que se maltrata en mayor o menor medida a los animales, sin que el objetivo de utilizarlo como alimento sea la finalidad principal.

Bueno, en este caso de la matanza tradicional, todo gira en torno a la comida, eso sí. Pero el asunto es si de alguna manera, el hecho de tener que aturdir al animal menoscaba todo el ritual. Es sin duda un engorro: hay que tener una pistola de bala cautiva o llevar a los animales al matadero o a una sala habilitada, donde se realice ese primer paso, y esa mañana, en la que hay tanto ajetreo, tener que ir al matadero a por el cochino aturdido es muy molesto. Aunque puestos a ser molestos, tiene pinta de serlo más el que a uno le desangren entre gritos (esto es un poco de demagogia, lo sé). El caso es que el asunto no es tema de discusión, es una normativa legal que hay que cumplir, pero que muchas administraciones, por no enfrentarse con los votantes (¡uy! perdón, ciudadanos) olvidan sospechosamente.

En los comentarios de los lectores al artículo de El País (que por cierto, está muy bien documentado) queda claro que las posturas respecto a este tema son encontradas y radicales. Los que están en contra tildan a los aficionados a esas matanzas de animales, retrógrados y otras lindezas. Los defensores de la tradición dicen que les dejen en paz, que cada uno a lo suyo. Hay algunos comentarios que intentan ser técnicos, pero no lo consiguen. Es completamente falso (y no incierto, como dicen ahora muchos políticos pateando el castellano) que el sangrado sea peor con el animal aturdido. Es más, probablemente la calidad de la carne sea mejor en este último caso, porque se suaviza en cierto modo el stress que sufre el animal.

Por otra parte, hay tradiciones que gozan de bula, concretamente las religiosas: el sacrificio de animales para consumo de personas de religión musulmana y judía supone una excepción a la norma, que permite en este caso que se realice el degüello (sección de las grandes arterias y venas por corte transversal a nivel del cuello) sin aturdimiento previo. Con lo cual la legislación se atribuye la potestad de priorizar las tradiciones en orden de importancia: las religiosas son más importantes, hay que respetarlas más, y en ese caso se puede obviar el bienestar animal. Las culturales (matanza domiciliaria) son menos importantes, y en ese caso (exacto al anterior: matar para comer, no con finalidad de divertirse) prima el bienestar animal sobre la tradición. ¿Las razones? Bueno, tal vez la corrección política y social (tengo la sensación de que suena mucho más racista prohibirle una tradición a un judío o un musulmán que a alguien de Robledales de Abajo), tal vez las razones económicas, vete tú a saber. Y claro, hay personas que se sienten aludidas o afectadas que se preguntan por qué unos sí y otros no.

El cuadro es “Sacrificio” de Max Klinger.

9 pensamientos en “OTRA VEZ LA POLÉMICA DE LA MATANZA

  1. Sufrí hace poco una inspección comunitaria sobre bienestar animal. Me parece correcto, estupendo, maravilloso. Los cerdos no se les puede estresar, no pueden gritar, no hay que empujarlos, todo cariño. En la nave de al lado se sacrificaban corderos con el rito árabe, mirando a la Meca y acuchillando sin aturdimiento. las no conformidades detectadas fueron solo de la línea de porcino. Había cerdos que no querían morir y no les pudimos convencer con nuestros argumentos perspicaces… Nos estamos volviendo tontos. Hay que buscar puntos intermedios y sobre todo puntos de encuentro.

  2. Estoy de acuerdo con usted. Para mi la forma como matan a los cerdos, y a muchos animales, es muy horrible por llamarlo de una manera.
    Muy bueno su articulo, lo felicito.

  3. Gracias por los comentarios.

    Miriam, lo cierto es que no creo que sea muy clarificador. En estos temas al final priman las opiniones sobre los datos objetivos y científicos. Nadie esgrime estudios sobre sufrimiento animal en las diferentes formas de sacrificio, o sobre la calidad de la carne son y sin aturdimiento, sino que más bien se quedan con la percepción subjetiva waltdisneiniana, o con la opinión marcada a hierro de que lo antiguo-lo nuestro es lo mejor.

    Miguel Ángel, me consta que es como dices, pero la culpa no es de la inspección, ellos se limitan a verificar si se cumple la norma. No obstante, exceptuando el aturdimiento, en los mataderos de animales para judíos y musulmanes se deben contemplas las mismas prácticas de respeto al bienestar animal, es decir, que ni patadas ni empujones…

    Luz Elena, no sé si no me has entendido tú a mí o yo a ti. No se ha defendido en la entrada que la manera de matar los animales sea horrible.

    Saludos

  4. Gracias por el comentario, Miriam, y perdona la tardanza.

    Sí, al final en muchas de las opciones alimentarias es difícil (o imposible) ser objetivo. Hay siempre un cierto grado de opinión, de subjetividad. ¿Matar a una lechuga es peor o mejor que matar a un cordero? ¿Es menos malo cargarse la lechuga porque no siente, o al menos, no tiene sensaciones parecidas a las que tenemos nosotros, mientras que el pobre corderito se puede quejar y se parece más a nosotros? Esa es una visión muy antropocéntrica. Buf!!!, hoy no estoy para pensar tanto.

    Saludos

  5. Hola Jorge! Hace tiempo que no participo pero aunque no te leo con la frecuencia que lo hacía antes, de vez en cuando me voy poniendo al día y en esta entrada no podía dejar de comentar que me parece muy interesante tu reflexión. Casualmente vi la noticia de la que hablas y este mismo fin de semana he tenido un debate (entre amigos) a este respecto y la verdad es que sin entrar en debates sobre lo aprendido o vivido, sin duda las normas están para cumplirlas y también sin duda, estas deberían responder a razones lógicas y no a otro tipo de intereses. Pero bueno, no tengo poder sobre la causa porque no he participado en ninguna matanza tradicional o no y no tengo ganas de hacerlo la verdad pero quiero pensar que la carne que como procede de animales que se han sacrificado según normativa. Aunque quizá esto también sea demagógico… ;). Un abrazo.

  6. Gracias por el comentario, Fátima.

    Sí, sin duda, las normativas están para cumplirlas. Pero puede haber normativas que sean injustas. Cuando suben los impuestos de la gasolina o nos bajan el sueldo, se protesta y se debate, aunque no haya más huevos que pasar por el aro. Aunque lo cierto es que en este caso, muchos se salen del aro.

    Saludos

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