AGUA: NO LLEGO A TANTO

En más de una ocasión, ante más de un amigo escandalizado, he defendido que existan vinos, jamones o restaurantes, con un precio muy por encima de la media. Ofrecen características, matices y peculiaridades, diferentes a las de otras marcas o establecimientos. Es una cuestión de prioridades: quién perciba y valore ese tipo de sensaciones (y tenga dinero para pagarlas), está muy en su derecho a darle rienda suelta a sus caprichos.

Seguramente, siguiendo esa misma filosofía, podría estar justificado que existan aguas minerales en el mercado con precios exorbitados.

Sin embargo yo ahí ya no llego. Los matices sápidos del agua son muy, muy tenues. Lo poco que pueda saber el agua depende del contenido en sales de la misma. En cualquier caso, tengo la sensación (y firme convicción) de que una vez que se superan unos valores mínimos de contenido en diferentes sales, lo más que se puede conseguir es que el agua empiece a saber bastante mal.

Por otra parte, huelga discutir sobre el poder medicinal, curativo o preventivo de las aguas. No puedo discutir con quién así lo crea (es lo mismo que discutir sobre una creencia religiosa), aunque hay evidencias científicas de que ese tipo de beneficios no son ciertos.

Así las cosas, este verano, en una farmacia de Unquera, un pueblecito cántabro, me encontré con un expositor que contenía el surtido de botellas de agua de diferentes marcas que muestro en la fotografía: agua inglesa para deporte (2.95€ los 330ml), la famosa Voss de Noruega (330ml a 2.45€), agua alemana rica en silicio (5.95€, creo que 400 ml), agua de Nueva Zelanda (obtenida a 200m de profundidad; 5.95€ el litro) o de las Islas Fidji (las más pura del planeta –sic-; 7.65€ el litro), agua de la Patagonia (emerge pura en los Andes; 5.65€ por –creo recordar- 350ml), agua de Galicia de origen magmático y con gas (2.95€ los 400ml), agua de las montañas de Daruma, en Japón, con una mezcla especial de minerales (7.55 y 6.15 por unos 300 ml) o la 420 (a un precio de 5.65€ por unos 400 ml).

Es posible que los precios bailen de una población vacacional a una ciudad, y puede que me haya confundido en algún volumen. Pero en cualquier caso, estamos hablando de aguas de más de 4€ el litro (más caras que el vino que bebo a diario). Y ese precio viene sustentado en pretendidas (no demostradas) propiedades sobre la salud, en su sabor inigualable, o en la pureza inmaculada de su origen.

En fin, cada uno se gasta el dinero en lo que quiere, y para gustos los colores. Si a uno le gusta tanto el agua que está dispuesto a pagar esa barbaridad, allá cuentas (yo haría, por si acaso, una cata ciega, a ver si es que me está influyendo la marca y el precio en el gusto). Pero si lo hace por los efectos sobre la salud, por favor, que se informe.

Muy buena la prueba esta, en la que en un restaurante americano de postín les dan agua del grifo con nombres en francés o en español. La marca española que se inventaron se llamaba «Agua de culo» (min 3:50). Vaya por delante que este tipo de estudios, poco científicos, puede sesgarse hacia donde se quiera (se podrían haber obviado tomas en las que un comensal hubiera detectado el agua del grifo). Pero es un rato divertido.

PD: esta entrada muy bien podría haber tenido el mismo título que la excelente última entrada del blog del Búho «Los timos del agua«.

5 pensamientos en “AGUA: NO LLEGO A TANTO

  1. Qué barbaridad. 7.55€ 30cl de agua… :S
    Sólo decirte que el pueblecito cántabro, es Unquera (sin tilde). Donde las corbatas, no? 😉
    Un saludo y felicidades por el blog, que sigo periódicamente.

  2. Yo estoy comenzando un proyecto de cata de aire. Me voy a forrar.

    Al menos en Barcelona no es complicado distinguir el agua de grifo, ¡sabe a rayos!

  3. Gracias Luis y Flat.

    Luis, corregido queda. Sí, es el de las famosas corbatas, donde desemboca (casi) el río Deva. No sé de dónde me saque la tilde.

    Flat, desde luego que con muchas de las aguas de grifo de este país la diferencia es clara (la de Cáceres no es para tirar cohetes). Tenía una amiga que era capaz de diferenciar (le hicimos una cata ciega y acertó) el agua de los distintos grifos de su casa. Entre marcas también puede notarse alguna diferencia, pero me cuesta mucho creer que para justificar esos precios.

    Saludos

  4. Interesante…
    Hace unos años en una feria en Bolonia mi empresa decidió promocionar un evento para los principales clientes que teníamos a nivel europeo. Pues bien, se trató de una magnífica cata de aguas, antes de una cena. La cara de los participantes era un poema cuando escuchaban las explicaciones del maestro experto catador, y más aún cuando realizaban la prueba ellos mismos. El comentario unánime era que habiendo vinos tan buenos para hacer una cata, lo del agua no fue una gran idea (por muy novedoso o chic que pudiese parecer).
    Te sigo Jorge..
    Manuel

  5. Gracias por el comentario Manuel.

    Me parece muy ilustrativo lo que nos cuentas (y eso que a mi también se me quedan esas caras con algunos enólogos que parece que están recitando poesía japonesa cuando describen un vino). Yo desde luego no llego a apreciar en el agua tantos matices.

    Saludos

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