EN EL CAMINO PARA LA SOLUCIÓN DE LAS ALERGIAS ALIMENTARIAS

No son uno ni dos. Cada vez existe un mayor número de personas diagnosticadas con una alergia alimentaria: cacahuetes, huevo, pescado, mariscos, soja, nueces… Las consecuencias de estas alergias van desde la gran incomodidad de tener que estar siempre mirando las etiquetas de los envases o preguntando por doquier qué alimentos lleva la ensalada o el pastel, hasta la aparición de síntomas diversos cuando se consumen los alimentos en cuestión, como urticaria, inflamación, síntomas respiratorios, e incluso, muerte por edema de glotis. Como para tomárselo en serio, vamos.

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«LOS TESTS DE SENSIBILIDAD ALIMENTARIA NO SON UNA HERRAMIENTA ÚTIL PARA EL DIAGNÓSTICO O EL TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD U OTRAS ENFERMEDADES»

Ya se había dicho antes por aquí, y que lo diga yo tiene más bien poco valor. Pero en esta ocasión es el título de un artículo publicado en la revista “Actividad Dietética” por el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas.

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ALERGIAS ALIMENTARIAS MAL DIAGNOSTICADAS

El tema me interesa sobremanera, porque tengo una sobrina, Ana, que mostraba algunos síntomas cuando consumía determinados alimentos, y la lista no era corta (huevos, pescado, creo recordar que ajos…). Después de un tiempo insistiéndole a mi hermana, por fin fueron al alergólogo, que le hizo unas pruebas séricas de alergias a alimentos (creo que es algo parecido al test Alcat, que ya se comentó aquí en su momento). Básicamente la cosa consiste en ver si el suero del paciente tiene inmunoglobulinas tipo E contra alérgenos de distintos alimentos. Y efectivamente, la lista de positivos que salió no era corta. Pero había algunas discrepancias con los síntomas (positivos a alimentos a los que no mostraba alergia, y negativos a otros que sí).

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UN PAR DE “EN CONTRA DE LA OPINIÓN GENERALIZADA”

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1.- Unos científicos británicos han comprobado que el consumo temprano de frutos secos (concretamente de cacahuetes) puede reducir la probabilidad de sufrir alergia a ese alimento (publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology). La recomendación más generalizada en la actualidad (en el Reino Unido al menos, desconozco el caso de España) es que no se coman cacahuetes durante el embarazo, la lactancia y los primeros años de vida. El estudio se ha llevado a cabo comparando las tasas de alergia a los cacahuetes entre el Reino Unido e Israel, donde un 69% de los niños de ¡9 meses! ya consumen este fruto seco (me imagino que en forma de papilla, pero aún y así, me parece tremendamente alta la cifra). Pues bien, los niños Israelíes mostraron una prevalencia de este padecimiento del 0.17%, mientras que la cifra era más de 10 veces superior (1,85%) en los británicos. Las alergias alimentarias han aumentado muchísimo en los últimos años (se habla de 2.5 millones de personas entre USA y UE), y la de los cacahuetes es de las más comunes. Bueno, tal y como se comenta en el artículo, los resultados son prometedores, pero habrá que contrastarlos con estudios bioquímicos más específicos. Los estudios epidemiológicos (los que se basan en cifras obtenidas de la población) son necesarios para encontrar pistas, pero jamás pueden servir para afirmar tajantemente la causa de una enfermedad (o del efecto positivo o negativo de un alimento). Por ejemplo (un estudio que me invento): los españoles consumimos 13 litros de aceite de oliva al año, y sin embargo los habitantes de Eritrea apenas lo consumen. La esperanza de vida en España es de 85 años, mientras que en Eritrea es de 59 años; ergo, el aceite de oliva aumenta la esperanza de vida (es una simplificación estúpida, pero intenta ejemplificar por qué los estudios epidemiológicos hay que hacerlos muy bien y tomar sus resultados con pinzas).

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ACABAR CON LAS ALERGIAS ALIMENTARIAS

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Es uno de los desafíos de futuro de la medicina. En este caso parece posible, con la cooperación entre la terapia inmunitaria y la modificación genética de las plantas. De hecho, saco este tema a colación un poco por eso, para que uno se percate de que los organismos modificados genéticamente no son solamente monstruos que van a acabar con el planeta o que van a permitir que la cuenta de resultados de Monsanto se llene de ceros. El primer ejemplo está siendo el caso de los cacahuetes. Científicos de la Universidad de Duke (no solamente es bueno su equipo de baloncesto) han puesto de manifiesto que la alteración del genoma del cacahuete aparece como una de las posibilidades viables para acabar con al alergia a tan deliciosos fruto seco, que causa reacciones alérgicas a más de 3 millones de personas en USA (vete tú a saber cuántos más en el mundo) y unos 150 muertos al año en ese país. Y está publicado en «The Lancet«, que en medicina es de lo más prestigioso que se despacha.
El cuadro es «Water-meadows near Salisbury», de John Contable.