SOLO PENSAR EN CORRER ME DA UN HAMBRE…

Parece que casi todo el mundo tiene claro que hacer deporte es sano (depende de la intensidad, del deporte, de la edad…). Más aún, parece que si uno quiere mantenerse en su peso, la actividad física es un pilar importante. Sin duda. No obstante, creo que a mí hacer deporte me supone más ingesta que gasto de calorías. Me explico. Después de darme una paliza en bicicleta el domingo por la mañana, o llegar extenuado del gimnasio, mi cerebro me da barra libre, y como a destajo sin control ni cargo de conciencia alguno. Como con hambre y casi con ansiedad, pero sin cortapisas, porque calculo (más bien quiero creer) que he gastado mucho más de lo que estoy comiendo.

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PASTELES DE CUMPLEAÑOS SALUDABLES

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La “American Cancer Society” ha unido fuerzas con el “Culinary Institute of America” para reinventar el pastel de cumpleaños siguiendo unas directrices más saludables, que ayuden a disminuir el riesgo de padecer enfermedades como el cáncer. Con ese ánimo han realizado un concurso entre estudiantes de cocina y pastelería, cuyo resultado se puede ver aquí. El pastel ganador es una versión más saludable de una pastel de seda roja (¿?) con todo su aroma y sabor, pero con mucho menos azúcar y grasa que en la receta tradicional.
La iniciativa en cuestión (denominada Birthdays) también tiene que ver con que cada pastel de cumpleaños que veas, es un año más que has conseguido ganar (desde la perspectiva de esa enfermedad, aunque si me apuras, casi desde cualquier perspectiva).
De nuevo queda subrayada esa faceta social que tienen los que saben cocinar, ayudando con su conocimiento culinario a que una comida más sana no signifique que sea menos sabrosa o más aburrida, cómo ye se ha resaltado aquí en alguna ocasión anterior.
El cuadro es “La noche” de Leon Spilliaert.

MENOS CALORÍAS SOLAMENTE ÚTIL EN GORDOS

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En un estudio publicado en el Journal of Nutrition, se apunta a que la estrategia anti envejecimiento de restricción calórica, solamente sería efectiva en ratones obesos (y los autores hacen extensible ese resultado a humanos). Estos investigadores vieron que en ratones obesos, la restricción calórica aumentó la esperanza de vida significativamente, pero no así en ratones normales. Dicen los autores: “Nuestro estudio cuestiona el paradigma de que la restricción calórica de la dieta es universalmente beneficiosa. Contrariamente a lo que es ampliamente aceptado, la restricción calórica no aumenta la esperanza de vida de todos los tipos de ratones” Midiendo el balance metabólico de los ratones, estos investigadores llegaron a la conclusión engañosamente sencilla de que la restricción calórica es útil solamente cuando un animal come más de lo que puede quemar (como es el caso de los ratones obesos). “Tu gasto de energía y tu consumo energético deben estar en equilibrio, es así de simple. ¿Y cómo puedes saber esto? Observando si ganas o pierdes peso”. Para humanos de peso normal, estos autores advierten en contra de una restricción calórica en la dieta. En un estudio publicado en 2003, estos mismos autores encontraron que la restricción calórica en ratones mayores y no obesos, condujo a una reducción de la esperanza de vida.
El cuadro es «Floating balls» de Jehsong Baak. ¡A que parecen esferificaciones flotando en un líquido con xantana al 0.2%!

MÁS CALORÍAS EN LOS RESTAURANTES QUE EN LOS ESTABLECIMIENTOS DE COMIDA RÁPIDA

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No es por nada, pero yo ya lo vengo diciendo desde hace mucho. Lo malo no es la comida de los fast-food, lo malo es comer siempre allí. De hecho, comer continuamente en una freiduría o un restaurante puede tener consecuencias similares. Y ahora con datos: en un estudio publicado en la revista Review of Agricultural Economics, se comparan las calorías y el tamaño de la ración en distintos establecimientos de fast-food, en varios restaurantes y en el hogar. Tanto en los restaurantes como en los establecimientos de comida rápida las comidas mostraban un contenido calórico superior al de una comida en el hogar. De los dos, los restaurantes presentaban raciones más grandes y mayor contenido calórico. La comida de los fast-food era más densa energéticamente, pero las raciones son menores. Tras varias disquisiciones, los autores concluyen que a la hora de plantearse una comida sana, debe considerarse todo tipo de alimentación hecha fuera del hogar, y no solamente la de los fast-food.
El cuadro es «Bodegón con jarra de jengibre» de Mondrian.

ADICCIÓN A LAS CALORÍAS

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Se sabe ya de hace tiempo que la percepción de sabor dulce produce una liberación de dopamina, un neurotransmisor que provoca una sensación de placer (y si no que se lo pregunten a algunos; por cierto, otros debemos tener esa vía oxidada: a mi lo dulce me deja frío). Esa sensación lleva a «engancharse» al sabor, como si se tratará de una droga (la dopamina juega un papel similar en otras adicciones: sexo, juego…). Ahora unos investigadores de la Universidad de Duke, USA (buen equipo de basket) han publicado un estudio en la revista Neuron (no pongo ya lo de prestigiosa que se me va a gastar, pero lo es y mucho) en el que apuntan a que es el contenido calórico y no el sabor dulce el que provoca esa secrección de dopamina (y por lo tanto el «enganche» a ese alimento). Lo han llevado a cabo con unos ratones transgénicos que no tiene receptores para el sabor dulce: al final elegían siempre el biberón con la disolución de glucosa, aunque ellos no eran capaces de percibir su sabor. En cambio, no mostraban preferencia alguna por beber de un biberon con una disolución de sucralosa (dulce pero sin calorías). Cada uno que saque sus consecuencias, pero estas cosas son difíciles de extrapolar a casos reales de la vida real.
El cuadro es de Sorolla: «¡Al agua!»