MALUMA TAKETE

Me resultan extraordinariamente llamativas las relaciones entre los diferentes sentidos, cómo el color condiciona el gusto y el aroma, las sinestesias, las relaciones entre la percepción del ambiente y la del alimento.

Pues bien, en esa línea, un grupo de investigadores del Reino Unido han publicado sendos trabajos (en el Food Quality and Preference y en el Journal of Sensory Studies) en los que relacionan diferentes tipos de chocolates comerciales con formas geométricas y con palabras inventadas.

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COMIDA Y SEXO

Se trata sin duda de dos de las actividades más placenteras de las que puede disfrutar el género humano. Ambas mueven montañas y toneladas de dinero. En ambas subyacen nuestros instintos más animales, pero las dos han sido también objeto de los refinamientos más alambicados. Curiosamente las dos destacan con luz propia entre el listado de pecados más buscados. Si por separado ostentan tanto poder, su matrimonio se antoja tremebundo. Pues sí y no. Aunque hay asociaciones claras a lo largo de la historia entre determinados alimentos, sobre todo bebidas, y la práctica del sexo y el erotismo, lo cierto es que son dos gigantes que se respetan bastante. Las copas previas al encuentro amoroso (champagne casi siempre en el séptimo arte), ciertas prácticas un tanto pegajosas (la típica de la nata, las duchas otra vez con champagne), algunas escenas de mordisqueo insinuante con luz tenue de fondo (Kim Basinger en Nueva semanas y media, a las puertas del frigorífico, y en miles de anuncios, con el helado como símbolo fálico subliminal) y poco más (bueno, habría que recordar cómo la nueva cocina también encuentra sus aplicaciones, como aquella que se comentó en relación a los peta-zetas y su uso en el sexo oral). Pero donde si ha habido un acercamiento es en el alimento como elixir o como reconstituyente. Desde Casanova y sus docenas de huevos para pasar la noche fornicando, pasando por los miles de potingues de la cultura oriental para conseguir erecciones que se antojan dificultosas, a lo largo de la historia no han faltado intentos de mejorar las prestaciones amatorias o de derribar los muros de la frigidez a través de la alimentación. Pero (pensaba yo) cuando todo ello es llevado al ámbito molecular, a los estudios científicos, la cosa se va quedando en más bien casi nada.

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POPURRÍ VERANIEGO

Parece que el calor afloja un poco (no hay que confiarse), y aprovecho para esta breve selección de noticias que he visto por la red últimamente:

.- En un meta análisis (un estudio en el que se toman datos de muchos estudios previos conjuntamente) publicado en el BMC Medicine1–es open access, es decir, el artículo está enterito y vero-, unos autores australianos concluyen que el consumo de chocolate negro reduce la presión arterial (ya hemos dicho cosas del chocolate por aquí). Parece que el efecto de reducción es más bien bajo, y solamente en personas con la presión elevada. Cuando se ponen a dar cifras a mi no me parece tan modesto: comparable al efecto (sobre la tensión) de hacer 30 min de ejercicio y reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular un 20%.

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  1. BMC Medicine 2010, 8:39 []

ATRASOS (POR OBRA)

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Durante estas semanas en las que me veo inmerso en una obra de considerables proporciones, lo cual me tiene gran parte del tiempo libre sin red, han aparecido una serie de artículos interesantes en el campo de la nutrición-alimentación, que se vienen repitiendo en muchas agencias de prensa científicas (y otros que no se repiten tanto pero que a mi me han resultado curiosos o preocupantes).

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ACNÉ Y DIETA

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¡Qué mal se debe pasar cuando tienes 14 años y tu cara se llena de granos! Ante esa situación tan común siempre existieron unas cuantas leyendas urbanas para explicar las causas, una de las cuales (de otras más escabrosas no hablo) era la alimentaria: que si el chocolate, que si los plátanos (¡¡¡¿??), la grasa… Pues bien, en un estudio publicado en la revista “BMC public health”, se han investigado las posibles causas alimentarias de la aparición del tan temido acné juvenil. Vaya por delante que es un estudio realizado con encuestas (tomar con pinzas), pero parece que los autores encontraron alguna asociación entre la presentación del problema y el consumo de chocolate, de patatas fritas y de un dieta baja en verduras y fruta. Incluso estos investigadores se atreven a sugerir que los alimentos con mayor índice glicémico podrían presentar más posibilidades como desencadenadores del problema.

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