LA BOTICA DE LA ABUELA

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El otro día vi en el magnífico “Blog del Búho» del amigo Yanko, una entrada titulada “Patrañas +”, muy recomendable, en la que se comentan las pulseritas estas magnéticas que sirven para curar todos los males, y me acordé de algo que vi de refilón estas navidades en un programa de esos de zapping. En esa emisión dedicaban una sección a “La botica de la abuela”, programa que presentaba el ínclito Jesús María Alfaro (me gusta más este otro semblante que el de wikipedia). Si recordáis, era un programa de los años 90 en el que se presentaban remedios caseros para diferentes males. Nunca lo vi, pero por lo que se ha comentado y lo que he visto en programas de zapping, el éxito les llevó a pasar de sugerir algunos trucos caseros a convertirse en algo parecido a un curandero televisivo, con afirmaciones pseudocientíficas falsas de todo tipo.

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¿POR QUÉ NOS GUSTA TANTO LA SAL?

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Un estudio publicado en la revista Physiology & Behaviour sugiere que al sal podría tener un cierto efecto de “antidepresivo” natural. En el mencionado trabajo, se alimentaron grupos de ratas de laboratorio con dietas con y sin sal. Las que no tomaban nada de sal presentaban síntomas de depresión. Y se pregunta uno ¿Cómo coño puedo saber yo si mi rata está deprimida? Pues bien, parece que las ratas en cuestión evitaban actividades que normalmente les gustan, como beber líquidos azucarados, o presionar una barra que les provoca una descarga de placer en el cerebro (habrán adivinado por este detalle que no se trata de ratas normales, como las que uno tiene en su casa). Uno de los autores comenta “Cosas que normalmente resultarían placenteras a una rata, no les produjeron el mismo grado de satisfacción, lo que nos lleva a pensar que un déficit en sal y la ansiedad que ello conlleva puede inducir los síntomas claves asociados a la depresión”.

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¡¡VITAMINA D!!

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Tal y como dice Harold McGee, los beneficios nutricionales o sobre la salud de diferentes alimentos y/o nutrientes que se apuntan o evidencian en trabajos científicos, hay que contextualizarlos y mirarlos con perspectiva. Pero es que en los últimos días he visto de repente un montón de artículos referidos a supuestos beneficios del consumo de vitamina D, con cifras espectaculares y sobre ámbitos bien diferentes. Por ejemplo, en este estudio, en el Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, se observaba como el riesgo de padecer determinados cánceres disminuía considerablemente cuando los niveles de vitamina D eran elevados. De hecho, parece ser que la asociación entre los niveles de vitamina D en la dieta y la protección contra el cáncer data ya de los años 40, cuando Frank Apperly demostró una relación entre la latitud y las muertes por determinados tipos de cáncer, y sugirió que la luz del sol daba una relativa inmunidad contra el cáncer (hay que recordar que la luz del sol es fundamental para la activación de distintas formas de la vitamina D en nuestra piel).
En otro estudio publicado en el Archives of General Psychiatry, estudiando un número muy elevado de personas con edades entre 65 y 95 años, se vio una asociación importante entre los bajos niveles de vitamina D en sangre y la incidencia de depresiones (¡¡todos los mayores a tomar el sol!!), y en este otro en el FASEB journal, se revisaban distintos estudios en los que se han puesto de manifiesto la importancia de unos niveles suficientemente elevados de esta vitamina para mantener la salud del cerebro (¡¡y los políticos también!!).
En esta investigación con 4839 sujetos en estudio (en el Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology), se aventura que aumentar los niveles de vitamina D podría mejorar la salud cardiovascular y reducir la prevalencia de la enfermedad vascular periférica.
Y por último, también este otro, en el Journal of Bone and Mineral Research, donde se sugiere que suplementos dietéticos de calcio y vitamina D se relacionaron con la salud ósea, y redujeron el riesgo de fracturas durante el ejercicio en reclutas femeninos de la marina (la gallina!!).
De la clínica universitaria de Navarra he sacado esta tabla de alimentos ricos en esta vitamina:
(Cantidades en microg/100 g)
Sardinas y boquerones 7,5
Atún y bonito frescos o congelados 5,4
Quesos grasos 3,1
Margarina 2,5
Champiñones 1,9
Huevos 1,7
Otros pescados frescos o congelados 1,1
Quesos curados y semicurados 0,3
Quesos frescos 0,8
Leche y yogur 0,6
El cuadro es «Optic» del amigo Barceló. ¿Qué tal Mascar?