PIMIENTOS PARA EL DOLOR

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Hace un tiempo me quedé sorprendido cuando mi hermano me dijo que para tratarle el dolor de la articulación del hombro, la crema que se estaba dando tenía como principio activo la capsaicina, un compuesto químico de los pimientos que se encuentra entre los principales responsables de la sensación bucal de picor. Ya hablamos en su día en la marga de lo que se conoce como sensaciones quimestésicas o trigeminales, como el picor o la astringencia, y también se ha reseñado la presencia de ese tipo de percepción (no sabor) en algunos alimentos (aquí, aquí y aquí, por ejemplo).

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VITAMINA D TAMBIÉN PARA EL DOLOR DE ESPALDA

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Quien haya seguido lamarga durante un tiempo sabrá que soy escéptico por naturaleza (o artificialmente), y uno de mis escepticismos es el que concierne a los suplementos vitamínicos (mirar aquí o aquí). Pero de un tiempo a esta parte parece que surgen evidencias por doquier sobre efectos beneficiosos de la suplementación con vitamina D, o perjudiciales de un consumo insuficiente de esta vitamina (deficiencia que parece más frecuente de lo que podría pensarse). Bueno, pues por si fuera poco parece que la deficiencia en vitamina D de la dieta puede estar relacionada con un buen número de dolores de espalda no achacables a otras causas más evidentes.
Concretamente, en el estudio publicado por el doctor Stewart B. Leavitt en la publicación “Pain Treatment Topics”, se señalan los siguientes puntos, bien concretitos y fáciles de entender (traduzco):

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PINO FRANCÉS PARA EL DOLOR MENSTRUAL

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Unos investigadores japoneses han comprobado que el uso de extractos de corteza de pino francés, comercializado con el nombre de Pycnogenol, reduce sensiblemente esos días dolorosos del ciclo menstrual en mujeres con ese tipo de problemas (dismenorrea, que por lo que dicen no son pocas). De esta manera, las mujeres aquejadas de problemas de dolores menstruales consiguieron reducir significativamente el consumo de medicamentes antiinflamatorios no esteroideos, que pueden tener un variado abanico de efectos secundarios. Está en el Journal of Reproductive Studies. El estudio parece que está bien llevado a cabo, con un número suficiente (en torno a 100) de sujetos (bueno, sujetas). Lo que me mosquea es que desde que sacaron al mercado el extacto de marras, han salido estudios de que es bueno para la salud cardiaca de los diabéticos, la trombosis venosa en viajes (síndrome de la clase turista?), el infarto de miocardio, y sirve hasta de conservador «natural» en la carne.
El cuadro es de Rubens: «Battaglia di Anghiari»

KRILL

imageHace una par de años, una noche cualquiera, sentí un crujido al sacar lateralmente la pierna de la cama (la edad…). El dolor me acompañó durante un tiempo, no me permitía hacer deporte, y decidí (raro en mí) ir al médico. Me dijo que tenía al cartílago articular dañado (artrosis traumática) y me recetó unas cápsulas. Me encantan los prospectos (y más los antiguos, que venían con más detalles). Estas cápsulas tenían acetato de glusosamina, que por lo visto es un compuesto que interviene en la síntesis de proteínas glicosiladas (es decir, proteínas con azúcares unidos), entre las que se encuentran algunas de las que componen el cartílago. Ergo, parece que la glucosamina favorece la síntesis de cartílago.
Ahora, hace poco, me he enterado de que hay gente con problemas de artrosis que compra en las herboristerías (y después se lo toma) krill. ¡¡La gallina!! El krill son los pequeños crustáceos que comen las ballenas y otros animales marinos. Curiosamente estos crustáceos son muy ricos en glucosamina, y de hecho es la fuente que se emplea para extraer la glucosamina que se vende como fármaco. Es decir, que comiendo krill puede mejorar la salud del cartílago… aunque he estado buscando y no he encontrado nada científico al respecto. Sí sobre la glucosamina y el cartílago (aquí, en la página 38), pero no estudios sobre el krill. No obstante, los que tengáis problemas de articulaciones, no peléis las gambas ni los langostinos en las mariscadas, y poneos hasta las trancas de tortitas de camarones, porque la glucosamina parece estar en el exoesqueleto (piel o cáscara) de los crustáceos. ¡Ojo con los cangrejos!