DÁNDOSE UN PASEO

imageTal vez sea una afición de esnob, de científico de pacotilla o de enreda consumado. El caso es que me entretiene darme una vuelta por los títulos del último número publicado, o de los artículos que serán publicados en breve (algo que ya ofrece la gran mayoría de las publicaciones científicas) de revistas científicas de alimentos o de nutrición. Por ejemplo, entre los artículos que serán publicados en breve en el “British Journal of Nutrition” (una prestigiosa revista de nutrición) encuentro uno en el que se constata el efecto de pérdida de peso en personas con sobrepeso (pérdida de un 3% de peso en 3 meses: yo peso unos 73 kilos; podría llegar a 71 en 3 meses sin apenas modificar mi dieta…) del ácido linoleico conjugado (más conocido por CLA); este ácido graso es el que se encuentra en leches enriquecidas con Tonalín (que es la marca registrada de la casa que comercializa ese suplemento). En otro artículo se afirma que no se ha encontrado ningún efecto del consumo de ácidos grasos omega-3 de cadena larga sobre el estado de ánimo y las funciones cognitivas en humanos (en contra de lo que otros artículos habían afirmado: ¿a quién creemos?). Uno muy interesante trata del efecto de la percepción retronasal del aroma (es decir, el aroma que percibimos cuando estamos masticando y deglutiendo) sobre la sensación de saciedad. En otro artículo se estudian algunos de los efectos negativos del consumo de ácidos grasos trans- sobre la salud humana. Unos noruegos comprueban que el consumo de frutas y berries (no sé como traducirlo: frutas rojas del bosque) reduce el nivel de aterosclerosis en varones de en torno a 70 años. Y unos finlandeses encuentran que el consumo de elevadas cantidades de zumo de tomate (400 mL de zumo de tomate y 30 g de ketchup al día) reducen el LDL plasmático (lo que la gente llama colesterol malo: odio esta denominación) y su tendencia a oxidarse (que está muy relacionada con la aparición de ateroesclerosis): con este estudio los de McDonald’s son capaces de promocionar la big Mac como protección contra las enfermedades cardiovasculares ¡¡Viva el ketchup!!

SI ESTÁS PREÑADA, COME PESCADO. O NO.

imageLa información científica puede volver esquizofrénico a más de uno. Sobre todo cuando se relaciona con lo que más preocupa a una parte importante de la población: los hijos. Han visto la luz en estos días un estudio que relacionan el consumo de pescado durante el embarazo con la inteligencia que una vez nacidos muestran los niños. Ya existían estudios previos, pero los nuevos abarca un número mucho mayor de casos (lo que confiere más fiabilidad a los resultados), y se refieren específicamente al pescado (y no a suplementos de ácidos grasos omega-3 en forma de píldoras). En realidad, los resultados tienen su lógica, ya que en el desrrollo del tejido nervioso en el sistema nervioso central (cerebro), el papel de este tipo de ácidos grasos parece muy importante.
Sin embargo, a lo sumo hace un par de meses, llenaron las portadas de los medios de comunicación informes advirtiendo del peligro de comer pescado durante el embarazo, por los altos niveles que contiene de mercurio y otros metales pesados y residuos de la producción industrial. Este hecho podía conducir a una mayor tasa de deformidades en los fetos (esto ya nos lo decían a nosotros en USA en 1999). ¡¡¿¿Qué hacer??!!
Por otra parte, si se lleva todo esto al extremo, me imagino el futuro lleno de inteligentísimos humanos deformes con enormes cerebros que no quepan en su cabeza, como en una película de ciencia ficción.

Yo ya lo dije….

Y no lo dije porque yo sepa mucho de esto. Hace dos años, en un congreso sobre lípidos al que asistí en Edimburgo, uno de los especialistas más prestigiosos en temas de acidos grasos y salud, explicó que no había datos concluyentes sobre el efecto positivo de los omega-3 (los ácidos grasos del pescado) sobre la salud. No quiere decir eso que no muestren ningún efecto, pero parece que los estudios que hay hasta ahora no aportan evidencias suficientes como para afirmar esa relación de manera irrefutable (gran revuelo). image
Ahora este autor lo ha publicado en el British Medical Journal, y queda recogido en el país. No obstante, en esa misma revista científica pueden encontrarse artículos en los que se opina todo lo contrario…. ¡¡Qué diver!! A veces no es bueno que la información científica salga demasiado pronto y sin digerir a la palestra (creo).
Habrá que avisar a los de los cerdos enriquecidos en omega-3 que no se hagan muchas ilusiones.

PANCETA OMEGA-3??

Sorprendido he quedado: investigadores de la Universidad de Missouri-Columbia han generado («creado» me suena demasiado divino, y lo divino me produce prurito) cerdos ricos en ácidos grasos omega-3 (los típicos del pescado), que presentan cantidades similares de estos ácidos grasos a los de una sardina o un salmón. image
Dado que el consumo de ácidos grasos poliinsaturados de la familia de los omega-3 se asocian a un montón de efectos positivos sobre la salud, sobre todo relacionados con menores incidencias de infartos y otras enferemedades cardiovasculares, el interés es claro. Ahora, no me imagino yo una panceta con olor a sardina, o un jamón con sabor a mojama. Seguro que todo es cuestión de acostumbrarse. Y es que las ciencias adelantan una barbaridad…. No obstante, he leído el artículo del Nature Biotechnology y no dan respuesta al asunto más importante: tendrán espinas??

LO TENGO FRESCO….

surrealdown

Veranear en la costa conlleva habitualmente un cambio sustancial de la dieta. Tal vez el más agradable es poder disfrutar de pescados y mariscos frescos, que siempre parecen resultar infinitamente más sabrosos que en el interior, lejos del mar. Aún con el desarrollo de los sistemas de conservación, con una rápida refrigeración y un transporte asombrosamente eficaz, el pescado en el interior parece no llegar nunca a la calidad del de la costa.

Seguramente todo esto tiene un componente subjetivo: estamos de vacaciones, descansados (¡¡sin comentarios!!), pagamos mucho por cualquier cosa… En esas condiciones no resulta sencillo reconocer que algo no nos gusta. Pero hay su parte de verdad. En el pescado, al contrario que en su prima cercana, la carne, la frescura es trascendental.

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