Otro de esos estudios que muchos hubiéramos firmado (y afirmado) sin necesidad de hacerlo. A quién no lehan amargado alguna vez la comida una obra de los vecinos, o un niño dando voces ha arruinado unas tranquilas cañas sentado en una terraza, o ha habido que pedirle al dueño del restaurante que baje la música. Pues unos investigadores de la empresa Unilever, de Holanda, con otros de la Universidad de Manchester, en un estudio publicado artículo en el Food Quality and Preference (bueno, está aún en cola de publicación), constatan que esto es así. Que el sonido durante la comida puede modificar las percepciones, haciendo que el alimento nos guste más o menos, e incluso variando la intensidad del sabor.
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¿SERÁ ESTE EL PRIMER PASO EN EL ÉXITO DEL BULLI?
Hay que estar atento al calendario, ser el primero en llamar o escribir el email ganador. Si te toca es como una lotería con la que sabes (tienes que) disfrutarás, con la que podrás ser el centro de la conversación en muchas reuniones. La recompensa es grande, pero el esfuerzo (atención, reserva a ciegas, el económico) no le va a la zaga. Pues parece que ese esfuerzo previo podría tener que ver con un mayor disfrute de la comida. O al menos eso ocurre en ratas (odiosas las comparaciones, que nadie se de por aludido).
POPURRÍ VERANIEGO
Parece que el calor afloja un poco (no hay que confiarse), y aprovecho para esta breve selección de noticias que he visto por la red últimamente:
SAL EN EL CAFÉ
Aquí estoy, otra vez plagiando entradas de blogs que merecen la pena. En este caso es (de nuevo) el blog del amigo Martin Lersch, Khymos. En la última entrada trata el tema de añadirle un puntito de sal al café cuando se elabora. ¡Coooño! (me dije yo) si eso lo hacía yo antes, por recomendación, creo recordar, de mi hermana Rosalía. Bien es verdad que hace años que dejé de hacerlo (debía estar todavía estudiando), y cuando lo hacía no tenía claro el porqué.
GRASO: ¿EL SEXTO SABOR?
Unos investigadores australianos y neozelandeses sugieren que el sabor graso (o al menos la posibilidad de detectar la presencia de ácidos grasos con la lengua), puede constituir el sexto sabor (publicado en el British Journal of Nutrition). Parece que este mismo grupo había probado que algunos mamíferos tienen este sentido, pero ahora señalan que nosotros, los humanos, también tenemos la posibilidad de detectar si un alimento contiene ácidos grasos (y por ende, grasa). Algunos pensaréis (yo al menos lo hice) que eso ya lo sabíais, que si algo tiene grasa se nota enseguida en la textura, en la sensación bucal que deja el alimento. Pero no, no se trata de eso.