Cuando uno se pone a hacer café expreso, le dedica una atención especial (y hasta un considerable esfuerzo económico) al tipo de café, su origen, la variedad, el envasado… Pero pocas veces se le presta atención al agua que se emplea. Seguramente cada uno tiene su truquillo en este sentido (agua mineral, agua del grifo, filtrada…), pero las más de las veces (si no todas) con información empírica o por consejo del típico amigo “enterao”. Pues bien, un par de investigadores italianos de la compañía Illy han publicado un estudio en la prestigiosa revista “Food Chemistry”1 en el que se revisan los estudios científicos publicados sobre este tema.