¡QUE ESAS ALUBIAS NO TOQUEN MI FILETE!

Me he visto retratado en este artículo de la revista “Appetite”, realizado por investigadores de las universidades de Birmingham y Derby del Reino Unido, en el que comprobaban que en niños de entre 18 y 25 meses, el contacto de una comida que no les guste con un alimento que sí les guste, produce una disminución en el grado de aceptación de ese último alimento (el que les gusta), e incluso el total rechazo. Por supuesto que yo de esa edad no me acuerdo, pero a mi me siguió pasando después: imposible comer un trozo del chorizo más exquisito si este había sido parte del guiso de las alubias (que eran mi enemigo más terrible). Es más, aborrecía lo que hubiera sido tocado por el cucharon de servir aquellas comidas que no resultaban de mi agrado.

Sigue leyendo