ASTRINGENCIA EN EL VINO: UN EXPERIMENTO GUARRO

Hay vida más allá de los sentidos básicos: vista, olfato, tacto, gusto y oído. Y si alguno tiene dudas, basta con pararse a pensar algunas percepciones que no quedan encuadradas en estos cinco. Ya se ha hablado aquí de un grupo de percepciones que se conocen como quimestésicas o trigeminales, entre las que destacan la sensación de picante, la de frescor (de la menta, por ejemplo) o la astringencia. Esta última es una sensación muy característica de algunos vinos, pero también de frutas como el membrillo o algunas peras cuando están aún verdes.

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GRATIS: CREMOSO, MILAGROS Y VINO

En los tiempos que corren, encontrarse con algo gratuito no es fácil (en el sentido monetario de la palabra; en cambio, su acepción “arbitrario, sin fundamento”, es una vertiente en claro apogeo). Así, cuando he visto un volumen completo y reciente del Journal of Sensory Studies “free”, me he lanzado a por información fresca para todos aquellos que se quedan con la miel en los labios cuando dejo colgado el resumen del trabajo en cuestión.

De los estudios que constituyen el volumen, destacaría yo estos tres (por curiosos, por su relación con los temas que se tratan en lamarga, o porque sí): Sigue leyendo

SEMINARIOS ON-LINE

Dos seminario on-line con muy buena pinta: uno sobre la química del queso y por qué nos gusta tanto (“The chemistry of cheese and why we love it”; yo le hubiera llamado “Cheesemistry”) y otro sobre química culinaria avanzada (“Advanced culinary chesmistry”). Aún no me he apuntado nunca a ninguno de estos seminarios de la American Chemical Society, pero para hacerse una idea, está disponible la documentación que dejaron colgada del titulado “Cheers! The chemistry of wine” (¡Salud! La química del vino), con dos pdfs (1 y 2) con las diapositivas y un vídeo. Me voy a apuntar al de la química culinaria, a ver qué tal.

El cuadro es “Verde sobre azul” de Rothko.

CONTRAATACANDO AL BÚHO

Después de leer la entrada referente al bebercio del amigo Yanko en el magnífico “Blog del Búho”, en la que subrayaba lo negativo del consumo de alcoholes de todo tipo, por los efectos adictivos y tóxicos del etanol presente en las bebidas alcohólicas, se me quedo un mal estado generalizado, del que no conseguía salir por más cerveza, gin-tonics y Riojas que me tomaba. ¡Qué tristeza de vida! (me decía ya para mis adentros).

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¿CÓMO SABRÁ CON OTRAS MADERAS?

El roble es la madera que representa el mundo de las bebidas alcohólicas. Se emplea el roble desde la antigüedad para hacer barriles, porque se trabaja bien, porque sella y no tiene apenas fugas, y ya de paso, porque el aroma que deja en las bebidas, vino, whisky o brandy, es muy agradable. Dicho sea de paso, este aroma se debe en gran parte a que durante el proceso de fabricación de las barricas, la madera es sometida a la acción (somera) del fuego: esto conlleva la pirolisis (limitada, pero pirolisis) de la celulosa, hemicelulosa y lignina de la madera. Después cuando el vino o el whisky se introducen en la barrica, el líquido penetra por los poros de la madera y se impregna de esos matices. Sigue leyendo