He sido siempre un defensor del consumo (moderado, adecuado) de carne. Por primera vez encuentro una razón de peso que cuestiona mis convicciones. En un estudio llevado a cabo por unos investigadores checos se analizaba en diferentes voluntarios el efecto de consumir o no consumir carne sobre el olor de las axilas (del sudor) y de su impacto en un cierto número de mujeres. Los resultados mostraron que los que no consumían carne tenían un olor menos fuerte, que se juzgaba más agradable. Así que ya sabéis, las dos semanas antes del viernes, si vais a ir de ligoteo, a comer ensaladas (declino cualquier responsabilidad si la estrategia no da resultados).
A continuación cuelgo una traducción (a vuelapluma) del resumen del trabajo:

El olor corporal de las axilas es específico para cada individuo y resulta una importante fuente de información acerca del sujeto que lo produce. La individualidad del olor en parte es consecuencia de la individualidad genética, pero la influencia de factores ecológicos tales como los hábitos alimentarios son otra fuente importante de variabilidad en el olor. Sin embargo, sabemos muy poco sobre cómo determinados componentes de la dieta modulan nuestro olor corporal. En este trabajo hemos estudiado el efecto del consumo de carne roja sobre el atractivo del olor corporal. Para ello hemos empleado un diseño experimental compensado entre sujetos. 17 donantes de olor masculinos siguieron bien una dieta con carne o bien sin carne durante dos semanas, portando unas compresas en axilares para recoger el olor corporal durante las 24 horas finales del período de dieta que correspondiera. Lo agradable, atractivo y masculino del olor de las muestras frescas fue evaluado por 30 mujeres no sometidas a tratamiento contraceptivo hormonal. Un mes más tarde fue repetido el mismo experimento con los mismos donantes de olor, pero cambiando en cada sujeto la dieta administrada. Los resultados del análisis de varianza de medidas repetidas mostraron que el olor de los donantes cuando estuvieron consumiendo la dieta sin carne fue juzgado significativamente más atractivo, más agradable y menos intenso. Todo ello sugiere que el consumo de carne roja tiene un impacto negativo en la percepción hedónica del olor corporal