Investigadores de Monell (un instituto de investigación sin ánimo de lucro dedicado al estudio de los sentidos del gusto y el olfato) en un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Pediatrics sugieren que los alimentos que consume la madre durante el embarazo tiene bastante que ver con los posteriores gustos del bebe, pero solamente si la madre alimenta al bebe con su leche (esto es obvio, pero nunca hay que olvidar los detalles) y si el alimento es consumido con regularidad. Estos autores concluyen:
“La lactancia materna proporciona una ventaja en la aceptación inicial de un alimento, pero solamente si la madre consume dicho alimento de manera regular. Una vez que se produce el destete, los niños que reciben de manera regular la exposición a un alimento consumen más dicho alimento y pueden aprender a apreciar su sabor/aroma. Sin embargo, dado que los niños muestran de manera innata expresiones faciales de disgusto en respuesta a determinados sabores, las personas encargadas de su cuidado pueden dudar sobre continuar ofreciendo esos alimentos. Las madres deben ser animadas a darles a probar a sus bebés en repetidas ocasiones frutas y verduras y no deben fijarse únicamente en las expresiones faciales del bebe, sino también en el deseo del mismo en continuar comiendo”
Vamos, que tal vez esto explique en parte por qué en los países con más riqueza de aromas y sabores, como son los mediterráneos y los orientales, los niños ya están más predispuestos a degustar una más amplia variedad de alimentos con sabores muy diferentes. Esto me recuerda que el otro día en ALICIA, Joaquín Pérez Conesa nos contaba una película griega (La sal de la vida) en la que la primera escena es una madre untándose de ajo el pezón antes de dar el pecho al niño (que posteriormente el niño succiona con fruición) y cómo después ese niño se va familiarizando con el mundo de los aromas hasta convertirse en un gran chef. Por otra parte, también podría ayudar a explicar el empobrecimiento tan radical en el gusto por percibir matices aromáticos en el que se está hundiendo nuestra sociedad.
Así que, madres embarazadas, a comer de todo (sin comentarios obscenos, por favor) si queréis tener un Adriá o un Blumenthal.
El cuadro es «Madre e hijo» de Picasso (que no sólo de Turner vive el hombre).
La margarita se agita
Sobre comida y alimentos
Recuerdo que cuando estaba dando de mamar, en una revista (de esas de terror para madres tipo: “Ser padres”, “Bebés”) comentaban que no se debía comer ni espárragos ni cebolla porque podía dar sabor a la leche y que el niño, al notar un sabor raro, la rechazaría.
Mi hija mayor odia la leche. De pequeña desayunaba bocadillos de chorizo y queso.
Cuando se quedo embarazada, empezo a tomar leche como una posesa; en los meses de lactancía, terminó con toda la leche de alguna fabrica. Sú hijo le encanta la leche, se la toma desde bebe y sigue con 6 años igual, noo la quiere ni con azucar ni con ningún chocolateado. Mi hija sigue odiando la leche, no la toma nunca.
¿Podría ser que el feto, influyerá en la madre? El niño come de todo, es una gloría con dientes.
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Buf!! Más que que el feto influya en la madre, lo que influye mucho en los gustos de la embarazada son los tremendos cambios hormonales. De todas maneras, esta hipótesis (la del estudio) no hay que llevarla hasta el extremo. Digo yo (supongo) que lo que explica son algunas pautas y apetencias generales, peor que la experiencia personal al final influye mucho.
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Para ser precisos he de comentar qe la pelicula giega se llama «Un toque de canela» y que la madre no se pone ajo en sus pezones sino azúcar, o sal, que no e distinghe en la escena. ecomiendo la pelicula, es un placr para los sentidos.
Joaquín
¿Joaquín Pérez Conesa el autor de «El libro del saber culinario»? ¡Cómo me gusta ese libro! De lo mejorcito en ciencia y cocina para cocineros en español. Por cierto, no funciona el enlace a su nombre…
Mi mujer no dio de mamar a nuestro hijo y pese a ello mi niño muestra una clarísima preferencia desde muy pequeño por los alimentos favoritos y más consumidos por mi mujer, pese a que no gustan a la mayoría de los niños, por ejemplo las aceitunas (de las fuertes, bien aliñadas) y el gazpacho, que devora desde los 9 meses o así….
Gracias por los comentarios, Joaquín y Enrique.
Sí, don Joaquín Pérez Conesa, el mismo que viste y calza, autor también del libro «Cocinar con una pizca de ciencia», de los pioneros en la química culinaria. Ya hace casi un par de años que no nos vemos Joaquín (creo que la última vez fue en Alicia, en unas jornadas). No he visto la pelicula, pero intentaré charle un vistazo.
Enrique, no es de extrañar que los niños muestren preferencias por los mismos alimentos que las personas más cercanas. Hay multitud de factores que condicionan el gusto, y seguramente el efecto amamantamiento no es de los más importantes.
Saludos
Me apasiona el queso. Hasta los malos. ( creo que no los hay, todos tienen su aquel..) Como la corteza si no tiene cera,u hojas, si esta sucia la raspo. Adios hasta otra. Carmen
Gracias por el comentario Carmen Cristina.
A mi del queso hasta los andares.
Saludos
Enrique, con un año de retraso gracias por las albanzas a mi libro.
Jorge, Si fué en ALICIA cuando nos vimos por última vez, pero ami no me han vuelto a invitar. Por otra parete he estado gestando mi cuarto y creo que último libro (Gastronomía versus Nutrición), que acabo de terminar y lo tengo buscando editor, como ese personaje en busca de autor, creo que de Pirandello.
Joaquín
Aquí vamos todos con retraso.
Joaquín, te deseo la mejor de las suertes con la edición del libro. Cuando esté en la calle ya nos avisarás.
Saludos