Así a bote pronto, a esta pregunta contestaría que sin duda sí, o por lo menos que a mí sí. Pero obviamente esta  es una respuesta poco científica. Cuando bebo vino o tomo cañas como más, pero claro, en la mayoría de las ocasiones eso va ligado a un acto social (con los amigos, tomando pinchos). ¿Comería lo mismo tomándome una vaso de agua? Confieso que no lo he probado nunca. Pero hay unos cuantos grupos de investigación que sí lo han investigado de una manera científica, es decir, con un diseño experimental adecuado, repitiéndolo un número suficiente de veces y con el número adecuado de sujetos, analizando los datos con las herramientas estadísticas adecuadas y discutiendo los resultados considerando conocimientos previos (también obtenidos científicamente). Son trabajos curiosos, en los que seguramente todos quieren pertenecer al grupo de los que les toca el vino o la cerveza:

En unos cuantos de estos trabajos (de un grupo de investigación de la universidad de Glasgow) parece llegarse a la conclusión de que sí, que en mayor o menor medida el alcohol aumenta el apetito. Por ejemplo, en un trabajo1 se estudiaba el efecto de tomar vino antes o durante la comida, comparado con no tomarlo.  Los de los grupos de vino se cascaban 375 ml de tintorro, unos todo antes de comer, otras ente el aperitivo y la comida. Los que consumieron vino acabaron consumiendo más calorías. Y (como no) al tomar vino se tenía una sensación mayor de aturdimiento y cansancio.

Este mismo grupo de investigadores, en un estudio similar2, probaron el efecto de tomar cerveza con o sin alcohol en la comida. Los que tomaron alcohol acabaron teniendo un mayor consumo de calorías (incluso si se excluían las del alcohol), pero la percepción subjetiva de apetito no fue mayor en los que tomaron cerveza con alcohol.

En otro estudio del mismo grupo3 se les daba a los sujetos una bebida con alcohol (esta vez no se especifica qué bebida: malo) y se comprobaba de nuevo que los que tomaban alcohol acababan comiendo más, pero no mostraban una percepción subjetiva más positiva de la palatabilidad de los alimentos (vamos, que comían más pero no porque les supiera mejor lo que les daban).

Y en otro más4 veían que ese aumento del apetito con el alcohol era dependiente de la dosis (a partir de un cierto umbral, el consumo de alcohol disparaba el apetito y, por lo tanto, el consumo).

Pues parece entonces que sí, que uno come más con las cañas y los vinitos… ya lo decía yo.

El cuadro es «White rose in glas, after» de Piet Mondrian

1. publicado en el Physiology & Behavior, Vol 90, 368-375 [↩]
2. Physiology & Behavior, vol 74: 283-289 [↩]
3. Physiology & Behavior, vol 84: 371-377 [↩]
4. Physiology & Behavior, vol 81: 51-58 [↩]