TEXTURA, AROMA, FORMAS Y PALABRAS

En un divertido estudio publicado en el “Food Quality and Preference” (está en avance de publicación, así que este enlace se autodestruirá tan pronto como lo publiquen; si me acuerdo lo actualizaré entonces; ya lo he actualizado) se ha observado que los consumidores asocian determinadas texturas y sabores más a unas formas geométricas que a otras, y también más a un tipo determinado de palabras. Me explico.

En el citado estudio, se veía que algunos productos, como el agua con gas, el zumo de arándanos y unas bolitas de chocolate (Maltesers se llaman) eran asociadas a formas angulosas y palabras sin significado pero sonoras, como “kiki” (en el original, yo no soy el responsable) o “takete” (menos mal que no pusieron “kaskete”). Sin embargo, el agua sin gas, el queso de Brie y unos caramelos recubiertos de chocolate fueron asociados más fuertemente a formas redondeadas y a palabras (sin significado) con sonidos más blandos, como “bouba” o “maluma”. Según los autores, el conocimiento de esta relación entre el alimento (su aroma y textura) con las formas y el sonido, podría permitir a las compañías un mejor diseño de los envases, las formas del alimento y las denominaciones.

Y digo yo, que también podría ser tomado en consideración por los cocineros de renombre para sus creaciones más originales, potenciando el carácter crujiente o burbujeante de una receta con un plato lleno de aristas o ángulos y con algún nombre como “cracatoa” o “catarata”.

El cuadro es una acuarela sin título de Z.L. Feng.

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