«LOS TESTS DE SENSIBILIDAD ALIMENTARIA NO SON UNA HERRAMIENTA ÚTIL PARA EL DIAGNÓSTICO O EL TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD U OTRAS ENFERMEDADES»


Ya se había dicho antes por aquí, y que lo diga yo tiene más bien poco valor. Pero en esta ocasión es el título de un artículo publicado en la revista “Actividad Dietética” por el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas.

En ocasiones anteriores se había manifestado aquí en lamarga las dudas de que los mencionados tests de detección de inmunoglobulinas específicas tuvieran utilidad alguna en el tratamiento de la obesidad (bueno, una utilidad sí tienen: que se forre el que los manda y el que los realiza), y también se habían reseñado las limitaciones que los mencionados tests podían tener en el diagnóstico de alergias alimentarias.

Pues bien, ahora este estudio confirma lo expuesto anteriormente: “el GREP-AEDN desaconseja el uso de los tests de sensibilidad alimentaria basados en análisis de sangre, como pruebas diagnósticas para el tratamiento de la obesidad, así como para detectar posibles alergias y/o intolerancias alimentarias. Esta postura se basa en el hecho de que ni estas pruebas ni los tratamientos dietéticos que se pautan a raíz de sus resultados han sido validados por la comunidad científica”.

¿Para qué decir más? En el artículo, que está gratuito online, se citan algunos de los nombres comerciales de este tipo de tests que quedan totalmente desacreditados: “pruebas de citotoxicidad alimentaria”, “tests de sensibilidad alimentaria”, “test de Bryan”, “test ALCAT”, “Novo by Immogenics”, “Test A200”, “Test Fis”, “Yorktest Food Intolerance” o “ImmuPro300” (los típicos nombres complejos que parecen avalar la seriedad del asunto).

El artículo revisa las alegaciones de los fabricantes y distribuidores sobre la utilidad de los tests, las evidencias CIENTÍFICAS (aquí no sirve el “a mí me fue bien” o “mi sobrina adelgazó 32 Kg”) sobre su eficacia, las declaraciones de diferentes sociedades científicas sobre los mencionados tests, y los riesgos de fiarse de este tipo de procedimiento. Las conclusiones del estudio son claritas; entresaco algunas (con la primera y la última, la cosa queda clara):

.- Los tests de sensibilidad alimentaria son técnicas diagnósticas no validadas científicamente. Estas pruebas no gozan de justificación científica y en los estudios no han demostrado ser fiables ni reproducibles.

.- Las sociedades clínicas de referencia en alergología e inmunología clínica no apoyan la utilización de este tipo de pruebas

.- No se considera en absoluto un método para adelgazar, y no debería utilizarse con ese fin

.- Esta técnica puede dar lugar a resultados o asesoramientos engañosos y confusos

.- Estos métodos pueden retrasar el diagnóstico y el tratamiento adecuado tanto en la alergia o la intolerancia alimentaria como en la obesidad

.- Los tests de sensibilidad alimentaria son costosos y, teniendo en cuenta su falta de efectividad y fiabilidad, suponen un desperdicio económico importante que el paciente podría invertir en tratamientos adecuados

El cuadro es “Grande piscine de Brousse” de Jean-Léon Gérôme.