DE CÓMO (INTENTAR) QUITARSE EL OLOR A AJO DEL ALIENTO

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No has podido resistir a la tentación. Sabes que después tienes una importante reunión con una nueva empresa, o que has quedado para tomar unos vinos que esa chica del trabajo con la que siempre alargas la conversación en el café. Sabías que después olería de manera inequívoca, pero quisiste engañarte. “Es solo un poco, seguro que no se nota”, pensaste. Después de hacerlo, ya era tarde para arrepentirse. El pan untado con ajo y aceite, o los ajillos que llevaba el sofrito, fueron una tentación demasiado fuerte, y ahora tu boca emite un inconfundible mensaje que dificulta las relaciones interpersonales. O siendo más claro, el aliento te canta a ajo por soleares. Es posible que en internet encuentres muchos trucos, pero a mi no me interesan si no tienen algo de ciencia detrás. Llámame complicado, pero las cosas sin una explicación exhaustiva me dejan más frío que un partido de vóley playa masculino. Más de mi gusto, en un artículo recientemente publicado en el “Journal of Food Science” abordan este tema: Sigue leyendo

¿A QUÉ VELOCIDAD CONSIGUES PELAR TUS AJOS?

Pelar ajos es sin duda una labor engorrosa cuando se cocina. En ocasiones la piel se quita con facilidad, pero en otras se agarra con saña a la carne del ajo, y en cualquiera de los casos, las yemas de los dedos quedan aromatizadas con un olor que en el sofrito es extraordinariamente agradable, pero que en las manos resulta cargante y persistente. Pues bien, hace poco me he encontrado con una manera de pelar los ajos que desconocía, con la que garantizan poder pelar, sin ensuciarse las manos, una cabeza de ajos en 10 segundos. El asunto consiste en introducir los ajos entre dos recipientes grandes de metal (de esos cuencos grandes que tienen en las cocinas de los restaurantes), y agitarlos fuertemente como si se estuviera haciendo un cóctel. Atentos al siguiente vídeo de la revista “Saveur” (va con anuncio delante):

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OTRA VEZ ALIENTO A AJO

El otro día, en la entrada sobre los artículos de Harold, se comentaban aquí en lamarga algunas de las razones por las que el ajo huele tan a ajo, tan intensamente, por qué provoca ese aroma bucal no siempre agradable para todo el mundo. Pues bien, qué casualidad que en un artículo publicado recientemente en el Journal of Food Science1, unos investigadores de la Universidad de Ohio (USA) explican cómo han comprobado que el consumo de leche disminuye la presencia en la boca de esos compuestos con aroma inequívocamente a ajo.

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  1. Journal of Food Science, Vol 75, Issue 6, pages C549–C558, August 2010 []

ATRASOS DE HAROLD

Bueno, no propiamente suyos, sino míos en la lectura de su blog. Al entrar he visto, primero, que saca en breve su próximo libro. La última vez que nos vimos me dijo que lo estaba ya corrigiendo, y hablamos de la posibilidad de que participásemos (algunos de los miembros de INDAGA) en la traducción. El libro se llamará “Keys to Good Cooking: A Guide to Making the Best of Foods and Recipes” (algo así como “Claves para cocinar bien: una guía para hacer los mejores alimentos y recetas”).

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ÚLTIMA HORA SOBRE ALIMENTACIÓN Y SALUD

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Este mes de noviembre lamargartita esta viendo (y verá) reducida sensiblemente su actividad. A partir del 8 de diciembre, una vez regrese de Perú, espero poder recuperar el ritmo normal. Unos breves apuntes antes de marchar para San Sebastián (donde espero poder recopilar información interesante para plasmar aquí; prometo dos próximas ediciones de nuevas herramientas: microencapsulación y combinación de aromas).

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