DOS CONTRA EL ALZHEIMER

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Dos artículos recientes en los que se relaciona el consumo de determinados alimentos con una mejora en los síntomas de esta enfermedad en la que vas alejándote de ser tú mismo. En el primero de ellos (publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease –en el enlace hay que bajar hasta los artículos correspondientes a las la páginas 661-680) se muestra que el consumo de café en ratones que padecen síntomas de la enfermedad de Alzheimer, produjo una mejora en sus síntomas de pérdida de memoria, y solamente con la toma de una cantidad de café equivalente (en humana) a cinco tazas al día. En estudios anteriores ya se había puesto de manifiesto la potencialidad del café en reducir la presencia en tejido nervioso y en sangre de algunas proteínas ligadas a la aparición de síntomas de la susodicha enfermedad. Ahora se evidencia que esa potencialidad puede no ya solamente tener un carácter preventivo, sino que incluso con la enfermedad desarrollada, se produce una mejora de los síntomas.

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TÉ, CHOCOLATE Y …VINO

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Hace no mucho comentaba aquí que en un estudio (serio) se había comprobado cómo en los test de inteligencia, el consumo de hidratos de carbono previos a la realización del mencionado test mejoraba los resultados. Pues bien, ahora en un estudio de investigadores noruegos y británicos (publicado en el Journal of Nutrición, amén), se ha comprobado que las personas (mayores, entre 70 y 74 años de edad) que consumían alimentos ricos en polifenoles, más concretamente vino, té y chocolate, tenían los mejores resultados en toda una batería de tests de inteligencia. En el estudio achacan (con prudencia) esos mejores resultados al efecto protector de los flavonoides sobre el desarrollo de enfermedades degenerativas neuronales, aunque habría que ver si el subidón que te pegan el alcohol (del vino) y las xantinas (del chocolate y el té), podrían tener algo que ver. En fin, que si alguien tiene que ir a hacer un test de inteligencia, esa mañana un pastel de chocolate con té (creo que el café serviría) y una copita de vino (tinto) y nos hacemos miembros de MENSA en un periquete. Y si no, por lo menos le habremos dado gusto al paladar con una excusa.
El cuadro es Jucar XXIII, de Zobel.

CAFEÍNA MACHO

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Pues parece que un grupo de investigadores españoles, de la Universidad de Barcelona, ha llegado a la conclusión de que la cafeína tiene un efecto más acusado sobe los hombres que sobre las mujeres (publicado en Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry 32 1698–1703 OCT 2008; no pongo el enlace porque una gran cantidad de páginas no están siendo accesibles durante estas fiestas). Los autores pudieron comprobar también que la mejora en el estado de atención se produce en apenas 10 minutos, y su efecto dura entre 2 y 3 horas, aunque en algunos casos puede llegar hasta las 4 y 5 horas (dependiendo de la sensibilidad del individuo y de la edad). En este estudio también se detectó un ligero efecto del café descafeinado (aunque no queda claro cuál puede ser la causa, si un efecto placebo o consecuencia de la poca cafeína que le queda al café descafeinado).
El cuadro es «Pescadores valencianos», de Sorolla.

DESCAFEINADO

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¿Y como coj… le quitan la cafeína al café, cuando los granos parecen intactos? Bueno, puestos a preguntar, también cabe la de cómo se elimina del café molido, pero en ese caso parece más fácil, porque al estar molido…
En primer lugar, no está de más saber qué es la cafeína y por qué interesa eliminarla del café. La cafeína (1,3,7-trimetil xantina) es (resumo de la wikipedia, donde viene muy bien) un alcaloide de la familia de las xantinas, similar químicamente (todas estas sustancias tienen la mala costumbre de ser químicas; bueno, también las vitaminas, los hidratos de carbono, las proteínas, los lípidos, los aromas… todo) a otros como la teobromina del chocolate o la teofilina del té. Estas sustancias, pero sobre todo la cafeína, se caracterizan por estimular el sistema nervioso autónomo (por eso da temblequera y disminuye la sensación de sueño), producir vasoconstricción (por eso suele ser eficaz aliviando los síntomas de las cefaleas) aumentar el ritmo cardiaco y producir un cierto efecto laxante (este último en el caso de la cafetería de mi facultad es evidente: apenas da tiempo a llegar a las instalaciones sanitarias; digno de estudio, sin duda). Algunos de estos efectos pueden ser deseables en ocasiones (sobre todo el de quitar el sueño; yo lo he ido buscando intencionadamente en dos situaciones repetidas a lo largo de mi vida: conducir y estudiar), pero hay a muchas personas a las que les puede producir insomnio, taquicardias y otros efectos indeseables. De ahí que, ya desde hace bastante tiempo (el primero fue un alemán, Roselius, en 1900), se buscasen fórmulas para eliminar la cafeína del café. ¿Cómo?

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CON SOLO OLERLO…

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Unos investigadores de la Universidad Nacional de Seúl, en Corea del Sur, han puesto de manifiesto la capacidad que posee el aroma del café, integrado por miles de diferentes compuestos químicos de pequeño tamaño, de disminuir el estrés oxidativo en el que lo huele (y lo han publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, una de nuestras biblias; y es que en las revistas científicas también hay champions league y regional preferente). Lo que hicieron fue evaluar los efectos del aroma del café en ratas a las que se les había privado del sueño (como putean a las pobres ratas…). Estos investigadores vieron como las ratas a las que se les daba a oler café, comparadas con las que no dormían y además no olían el café, presentaban una expresión diferente de una serie de genes (algunos se sobreexpresaban mientras que otros se expresaban con menor intensidad), lo que daba lugar a un perfil de proteínas diferente, cuyas actividades se relacionaban con una mayor protección contra el estrés oxidativo, con una mejora de las defensas, una mejor función cerebral, etc.
La verdad, al levantarme, empiezo a tener consciencia de quién soy cuando huelo el cafetito. ¿Tendrá algo que ver?
El cuadro es «Naturaleza muerta con jarra, molinillo de café y estuche de pipa» de Van Gogh.