SACIEDAD Y APETITO

LuigiBenedicenti

Comemos lo que comemos, ni más ni menos, por una serie de complejos mecanismos de control. Por una parte, el organismo tiene que asegurarse que haya una ingesta calórica y de nutrientes para poder sobrevivir, y es por ello que sentimos hambre, apetito, y hasta algunos sentidos nos pueden conducir hacia aquello que más necesitamos.

Una vez que esas necesidades han sido cubiertas, resulta necesario que existan mecanismos que informen al cerebro de que ya no es necesario seguir comiendo, de tal manera que el mensaje final que se percibe será de saciedad. No hay ninguna duda que estos mecanismos de saciedad actúan de una manera menos contundente, y en el contexto de la actual hiperabundancia de alimentos y de tentaciones de los sentidos, su poder es limitado. No obstante, conocer las rutas que conducen a la saciedad puede servir para programar una dieta para adelgazar que permita no tener una continua sensación de hambre, o diseñar alimentos que induzcan una sensación temprana y/o prolongada de saciedad. O todo lo contrario: en grupos cuyo problema es que no alcanzan las cantidades recomendadas de determinados nutrientes porque no son capaces de comer más (en determinadas enfermedades o en ancianos), conocer los mecanismos que desencadenan la saciedad podría permitir aumentar la ingesta diaria. Voy a intentar hacer un resumen de cuáles son esos mecanismos que conducen a la saciedad, y a dar algunas indicaciones de qué tipo de alimentos pueden inducirla de una manera más o menos efectiva. Para ello me he basado mayormente en al artículo de revisión “Satiation, satiety and their effects on eating behaviour” y en contenidos del libro “Satiation, satiety and the control of food intake”. Sigue leyendo

LA OBESIDAD MUNDIAL EN UNOS MAPAS

 

Adult_Obesity_Rates

Me encantan los datos estadísticos poblacionales. Así que he estado alucinando un rato con la página Charts.bin, en la que se muestran multitud de mapas con datos de países del mundo, estados de los USA, y otras localizaciones geográficas. Como la cabra tira al monte, me he puesto a ver lo que comemos en cada país y lo gordos que estamos. El gráfico de arriba es el de la obesidad (índice de masa corporal) por países. España va mal (también en esto), y somos de los más gordos de Europa, con un 26.6% de obesos (en Dinamarca, donde vivo ahora, solamente hay un 18%, y la verdad es que la diferencia se nota). Sigue leyendo

FICHAS NUTRICIONALES DE PLATOS TRADICIONALES

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La British Nutrition Foundation, por encargo de la Red Europea de Recursos de Información sobre Alimentos («European Food Information Ressource Network» = EuroFIR), ha preparado un informe y elaborado una serie de fichas nutricionales sobre platos típicos de algunos países europeos, concretamente Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Alemania, Grecia, Islancia, Italia, Lituania, Polonia, Portugal, España y Turquía. También se discute en el informe si esas recetas tradicionales son más sanas que platos más modernos.

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NI MUCHA GRASA, NI MUCHO HIDRATO DE CARBONO

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Si uno pretende estar al día de la información que genera el mundo de la ciencia acerca de las repercusiones de los componentes de la dieta sobre la salud, se puede hacer un lío morrocotudo. Y es que constantemente saltan a la palestra estudios con informaciones que, en unas ocasiones, pueden parecer contradictorias, y en otras, parecen condenarnos a no ingerir nada sin aumentar el riesgo de padecer algo. Más aún cuando esta información proviene de los resúmenes o extractos que aparecen en los medios de comunicación, donde las simplificaciones (necesarias, por otra parte), dejan estudios que duran años y con montones de salvedades y detalles, en un titular que capte la atención con rapidez y rotundidad.

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DIETAS PARA ADELGAZAR: DA IGUAL SU COMPOSICIÓN

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Siempre y cuando esté reducido su contenido calórico, claro. Esto es lo que se desprende de un estudio publicado en (todos en pie por favor) “The New England Journal of Medicine”, una de las revistas con más prestigio (si no la que más) en temas médicos. En el mencionado artículo, unos investigadores de la escuela de salud de Harvard con otros del Pennington Biomedical Research Center de la Universidad del Estado de Louisiana, estudiaron distintas dietas con igual contenido calórico (con una disminución de 750 calorías con respecto a una dieta que cubriese exclusivamente las necesidades diarias) pero en las cuales dicha reducción se había conseguido reduciendo bien las grasas, bien los hidratos de carbono o bien las proteínas (concretamente se probaron 4 dietas distintas: baja en grasa con contenido proteico normal, baja en grasa y alta en proteínas, alta en grasa y contenido proteico normal y alta en grasa y en proteínas. En todas las dietas (eso sí) la grasa fue diseñada para ser cadiosaludable. Los individuos (811!!) fueron estudiados durante dos años, y se siguió la evolución de su peso, de sus dimensiones corporales y parámetros plasmáticos. Traduzco los resultados que se incluyen en el resumen del artículo (por cierto, su versión íntegra está disponible gratuitamente):

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