UN PAR DE “EN CONTRA DE LA OPINIÓN GENERALIZADA”

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1.- Unos científicos británicos han comprobado que el consumo temprano de frutos secos (concretamente de cacahuetes) puede reducir la probabilidad de sufrir alergia a ese alimento (publicado en el Journal of Allergy and Clinical Immunology). La recomendación más generalizada en la actualidad (en el Reino Unido al menos, desconozco el caso de España) es que no se coman cacahuetes durante el embarazo, la lactancia y los primeros años de vida. El estudio se ha llevado a cabo comparando las tasas de alergia a los cacahuetes entre el Reino Unido e Israel, donde un 69% de los niños de ¡9 meses! ya consumen este fruto seco (me imagino que en forma de papilla, pero aún y así, me parece tremendamente alta la cifra). Pues bien, los niños Israelíes mostraron una prevalencia de este padecimiento del 0.17%, mientras que la cifra era más de 10 veces superior (1,85%) en los británicos. Las alergias alimentarias han aumentado muchísimo en los últimos años (se habla de 2.5 millones de personas entre USA y UE), y la de los cacahuetes es de las más comunes. Bueno, tal y como se comenta en el artículo, los resultados son prometedores, pero habrá que contrastarlos con estudios bioquímicos más específicos. Los estudios epidemiológicos (los que se basan en cifras obtenidas de la población) son necesarios para encontrar pistas, pero jamás pueden servir para afirmar tajantemente la causa de una enfermedad (o del efecto positivo o negativo de un alimento). Por ejemplo (un estudio que me invento): los españoles consumimos 13 litros de aceite de oliva al año, y sin embargo los habitantes de Eritrea apenas lo consumen. La esperanza de vida en España es de 85 años, mientras que en Eritrea es de 59 años; ergo, el aceite de oliva aumenta la esperanza de vida (es una simplificación estúpida, pero intenta ejemplificar por qué los estudios epidemiológicos hay que hacerlos muy bien y tomar sus resultados con pinzas).

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