ACNÉ Y DIETA

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¡Qué mal se debe pasar cuando tienes 14 años y tu cara se llena de granos! Ante esa situación tan común siempre existieron unas cuantas leyendas urbanas para explicar las causas, una de las cuales (de otras más escabrosas no hablo) era la alimentaria: que si el chocolate, que si los plátanos (¡¡¡¿??), la grasa… Pues bien, en un estudio publicado en la revista “BMC public health”, se han investigado las posibles causas alimentarias de la aparición del tan temido acné juvenil. Vaya por delante que es un estudio realizado con encuestas (tomar con pinzas), pero parece que los autores encontraron alguna asociación entre la presentación del problema y el consumo de chocolate, de patatas fritas y de un dieta baja en verduras y fruta. Incluso estos investigadores se atreven a sugerir que los alimentos con mayor índice glicémico podrían presentar más posibilidades como desencadenadores del problema.

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NI MUCHA GRASA, NI MUCHO HIDRATO DE CARBONO

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Si uno pretende estar al día de la información que genera el mundo de la ciencia acerca de las repercusiones de los componentes de la dieta sobre la salud, se puede hacer un lío morrocotudo. Y es que constantemente saltan a la palestra estudios con informaciones que, en unas ocasiones, pueden parecer contradictorias, y en otras, parecen condenarnos a no ingerir nada sin aumentar el riesgo de padecer algo. Más aún cuando esta información proviene de los resúmenes o extractos que aparecen en los medios de comunicación, donde las simplificaciones (necesarias, por otra parte), dejan estudios que duran años y con montones de salvedades y detalles, en un titular que capte la atención con rapidez y rotundidad.

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SI ES SANO, TE PUEDES APIPAR

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Esta viene a ser la traducción del título de un trabajo publicado en la revista Appetite de hace ya unos meses (Volume 52, Issue 2, April 2009, Pages 340-344). Y refleja algo que se percibe en la población en general; hay muchos ejemplos en los que se emplea la excusa del carácter saludable del alimento para justificar su ingesta a niveles excesivos, pero tal vez el más flagrante es el caso del aceite de oliva. Está más que demostrado que tanto el perfil de ácidos grasos como su riqueza en determinados compuestos antioxidantes, hacen del aceite de oliva (seguramente) la más adecuada de las grasas comestibles para nuestra salud. Y de que todos lo sepamos se han encargado tanto las autoridades sanitarias como las empresas productoras. Pero muchos consumidores adoptan la máxima de “si es bueno, cuanto más, mejor”, y no se cortan en añadir aceite a las tostadas, las ensaladas, los guisos… Y al fin y al cabo no deja de ser grasa, y su consumo debe mantenerse en unos márgenes adecuados.

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VINAGRE PARA ACUMULAR MENOS GRASA

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Parece que un alimento que durante siglos ha sido considerado por la medicina tradicional oriental como promotror de salud, demuestra ahora alguna de sus cualidades en estudios científicos controlados (a ver si otros toman ejemplo). O al menos eso se desprende de un estudio publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, en el que se evidencia en ratas de laboratorio que el consumo de vinagre disminuye la acumulación de grasa y la ganancia de peso. Más concretamente (a día de hoy el artículo está enterito y vero gratis on-line), los autores comprobaron que ratas a las que se les suministraba una dieta rica en grasa y a su vez ácido acético (uno de los componentes mayoritarios del vinagre) en un 1.5% del total de la dieta, acumulaban hasta un 10% menos de grasa en el cuerpo. Lo más curioso es que se señala que el consumo de ácido acético podría poner en funcionamiento genes que codifican enzimas metabólicos implicados en la oxidación de los ácidos grasos, es decir, en “quemar” la grasa para obtener energía.
A efectos prácticos (echando la cuenta de la vieja), teniendo en cuenta que el vinagre suele tener en torno al 5% de ácido acético, para llegar a ese 1.5% del total de la dieta contemplado en el estudio, deberíamos tomar (vamos a poner que comemos en un día en torno a 1 Kg de alimento, que no es mucho) 15g de ácido acético, que aproximadamente correspondería a ¡¡300 ml de vinagre!! Bueno, pelín ácidas las ensaladas, me parece a mí.
El cuadro es de Wang Yihua: “Water Village Wu Zhen”.

DIETAS PARA ADELGAZAR: DA IGUAL SU COMPOSICIÓN

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Siempre y cuando esté reducido su contenido calórico, claro. Esto es lo que se desprende de un estudio publicado en (todos en pie por favor) “The New England Journal of Medicine”, una de las revistas con más prestigio (si no la que más) en temas médicos. En el mencionado artículo, unos investigadores de la escuela de salud de Harvard con otros del Pennington Biomedical Research Center de la Universidad del Estado de Louisiana, estudiaron distintas dietas con igual contenido calórico (con una disminución de 750 calorías con respecto a una dieta que cubriese exclusivamente las necesidades diarias) pero en las cuales dicha reducción se había conseguido reduciendo bien las grasas, bien los hidratos de carbono o bien las proteínas (concretamente se probaron 4 dietas distintas: baja en grasa con contenido proteico normal, baja en grasa y alta en proteínas, alta en grasa y contenido proteico normal y alta en grasa y en proteínas. En todas las dietas (eso sí) la grasa fue diseñada para ser cadiosaludable. Los individuos (811!!) fueron estudiados durante dos años, y se siguió la evolución de su peso, de sus dimensiones corporales y parámetros plasmáticos. Traduzco los resultados que se incluyen en el resumen del artículo (por cierto, su versión íntegra está disponible gratuitamente):

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