RADIOACTIVIDAD

imageUna de las aplicaciones de las radiaciones ionizantes (radioactividad) es la conservación de los alimentos. Las radiaciones ionizantes, a determinadas dosis e intensidades, son letales para algunos microorganismos y parásitos. Así, al igual que con la temperatura, si se somete a un alimento envasado a tratamiento con radiaciones ionizantes, su vida útil aumenta considerablemente, amén de poder acabar con microorganismos patógenos. De hecho, esta tecnología se emplea con cierta frecuencia para mejorar la conservabilidad de algunos alimentos en USA, ya que el aumento de la vida útil se produce sin que se modifiquen (o no mucho) sus propiedades (se utiliza mucho en especias, cuyas características sensoriales se modifican muy rápidamente con el uso de altas temperaturas). Sin embargo, en Europa, en gran parte debido a las presiones de grupos ecologistas, no está permitida la irradiación en la gran mayoría de los alimentos, consintiéndose solamente en casos muy concretos.

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EL FINAL DE LA CUENTA ATRÁS

imagePor supuesto, no tengo datos que ratifiquen mi percepción que, por supuesto, es subjetiva (de eso tratan las percepciones). Pero creo que no me equivoco mucho: desde que salió a la palestra que la normativa vigente sobre la publicidad de los alimentos va a cambiar, y que para utilizar alegaciones nutricionales y/o de implicaciones sobre la salud de los consumidores van a ser necesario estudios científicos serios y contrastados, ha tenido lugar un “sálvese quien pueda” o “maricón el último” (creo que esto ahora ya no es políticamente correcto) en la publicidad de alimentos en España. Y es que se ven por doquier argumentaciones sobre propiedades de alimentos, algunas profundamente estúpidas, otras las de siempre pero engordadas, otras sobre nuevos productos semimilagrosos… Me imagino que si alguna compañía estaba desarrollando un producto teniendo como pieza clave de su estrategia comercial ese tipo de alegaciones, y se encuentra de repente que les van a prohibir (o les van a poner mucho más difícil) hacer publicidad, pues intenta (yo lo haría) hacer una fuerte campaña durante los últimos meses antes de la prohibición, para que quede un poso en las neuronas del comprador.
Otras compañías se van preparando para el cambio: por ejemplo, una conocida marca de agua embotellada ahora ya no afirma que su consumo disminuye los niveles plasmáticos de colesterol, sino que hace gala de que financia estudios relativos a ese tipo de temas (y parece que queda en el aire que si se financian dichos estudios, será porque finalmente viene bien beber esa agua. ¡Qué fino hilan los publicistas!).

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