POLÉMICA A LA VISTA

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Y como a mí casi no me gustan….
Pues parece que en un estudio serio, llevado a cabo por investigadores del Hospital Infantil de Boston y publicado en la revista «Archives of Pediatric & Adolescent Medicine«, se ha puesto de manifiesto que los bebés alimentados exclusivamente con leche materna, sin suplementación, tienen un mayor riesgo de tener deficiencias en niveles de vitamina D, lo que a su vez incrementa significativamente el riesgo de padecer raquitismo, caracterizado (entre otras cosas) por la presentación de piernas en curva y debilidad ósea. Este riesgo, dicen los autores, aumenta en el caso de bebés de piel oscura o negros, ya que éstos tienen una mayor dificultad para obtener en la piel la vitamina D que necesitan (por acción del sol).
En un artículo al respecto publicado en la revista New York Times, los investigadores reconocen que durante años los médicos han sabido de esta relación entre la lactancia exclusivamente materna y el mayor riesgo de desarrollo de raquitismo, pero afirman que muchos son reticentes a reconocerlo en público, porque está mal visto decir algo en contra de la lactancia materna. De hecho, la Academia Americana de Pediatría, ya en el 2003, recomendaba que los niños que estuvieran alimentados exclusivamente de leche materna, recibieran suplementos de vitamina D.
Una de las autoras del trabajo (Doctora Catherine Gordon) comenta que ella está completamente a favor de la lactancia materna, y que cree que la leche materna es el alimento perfecto, pero que se están encontrando con muchas madres que presentan deficiencias en vitamina D, y que eso tiene como consecuencia una leche pobre en vitamina D, lo que a su vez provoca ese mayor riego de raquitismo en bebés.
Hoy en día ya no se puede ser talibán de nada, ni de Ádriá, ni de Santamaría, ni de lo natural, ni de lo ultramoderno… ya ni de la leche de tu propia madre (si tienes la piel más bien oscura). ¡Ala!, las morenitas, a tomar el sol y a comer arenques cuando estén dando el pecho (a sus bebés).
El cuadro es “Mujer rubia con los pechos desnudos”, de Manet.
PD: No puedo dejar de poner este enlace a un artículo de Javier Marías a propósito de la polémica del «miembras» de hace unos meses.

¿NOS GUSTA LO QUE COMIÓ NUESTRA MADRE DURANTE EL EMBARAZO?

imageInvestigadores de Monell (un instituto de investigación sin ánimo de lucro dedicado al estudio de los sentidos del gusto y el olfato) en un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Pediatrics sugieren que los alimentos que consume la madre durante el embarazo tiene bastante que ver con los posteriores gustos del bebe, pero solamente si la madre alimenta al bebe con su leche (esto es obvio, pero nunca hay que olvidar los detalles) y si el alimento es consumido con regularidad. Estos autores concluyen:
“La lactancia materna proporciona una ventaja en la aceptación inicial de un alimento, pero solamente si la madre consume dicho alimento de manera regular. Una vez que se produce el destete, los niños que reciben de manera regular la exposición a un alimento consumen más dicho alimento y pueden aprender a apreciar su sabor/aroma. Sin embargo, dado que los niños muestran de manera innata expresiones faciales de disgusto en respuesta a determinados sabores, las personas encargadas de su cuidado pueden dudar sobre continuar ofreciendo esos alimentos. Las madres deben ser animadas a darles a probar a sus bebés en repetidas ocasiones frutas y verduras y no deben fijarse únicamente en las expresiones faciales del bebe, sino también en el deseo del mismo en continuar comiendo”
Vamos, que tal vez esto explique en parte por qué en los países con más riqueza de aromas y sabores, como son los mediterráneos y los orientales, los niños ya están más predispuestos a degustar una más amplia variedad de alimentos con sabores muy diferentes. Esto me recuerda que el otro día en ALICIA, Joaquín Pérez Conesa nos contaba una película griega (La sal de la vida) en la que la primera escena es una madre untándose de ajo el pezón antes de dar el pecho al niño (que posteriormente el niño succiona con fruición) y cómo después ese niño se va familiarizando con el mundo de los aromas hasta convertirse en un gran chef. Por otra parte, también podría ayudar a explicar el empobrecimiento tan radical en el gusto por percibir matices aromáticos en el que se está hundiendo nuestra sociedad.
Así que, madres embarazadas, a comer de todo (sin comentarios obscenos, por favor) si queréis tener un Adriá o un Blumenthal.
El cuadro es «Madre e hijo» de Picasso (que no sólo de Turner vive el hombre).