¡POR FIN!

imagePor fin una normativa (europea) regula la publicidad de los alimentos (en este enlace está el documento completo). Parece que a partir de ahora los anuncios de alimentos alegando propiedades semi-milagrosas, o las etiquetas tranquilizadoras que aparecen en muchos productos elaborados, van a verse drásticamente limitadas. Aunque en algunos casos las nuevas normas no son de inmediata aplicación, lo importante es que para poder declarar o anunciar propiedades nutritivas o efectos sobre la salud de algún alimento (incluso en campañas institucionales, con dinero público), será necesario tener un aval científico firme y publicado en revistas de prestigio, que deberá ser evaluado por las autoridades o expertos pertinentes. De un plumazo se caen un montón de anuncios de la parrilla. Pero a lo mejor se encuentran con que malamente se puede hablar de casi nada, porque revisando la bibliografía científica, uno siempre se encuentra artículos serios que discrepan de determinados efectos. Por ejemplo: parece asumido que la grasa del pescado (rica en ácidos grasos omega-3, ya comentados en algún otro post en lamargarita) tiene propiedades beneficiosas en la protección frente a enfermedades cardiovasculares, pero hay científicos de mucho prestigio que cuestionan está afirmación (o la matizan).
Hay algunos párrafos de la nueva normativa que son lapidarios: la publicidad no podrá referirse a cambios en las funciones corporales que pudieran crear alarma en el consumidor o explotar su miedo, tanto textualmente como a través de representaciones pictóricas, gráficas o simbólicas. Lo que quiere decir que en la actualidad estas estrategias se utilizan. ¡Jo!
Ya era hora de que se limitase el uso de la ciencia para vender mentiras.

DE LA LEY DEL VINO (O COMO SE VAYA A LLAMAR)

imageEn su línea habitual de sobreproteccionismo de la sociedad, de gran padre que sabe lo que nos viene bien y nos obliga a cumplirlo, el gobierno actual de España prepara (parece ser) una ley que supervise, modere, controle (o cualquier eufemismo que se les ocurra) el consumo de bebidas alcohólicas, incluyendo el vino (algunos enlace más: la clave, el confidencial digital, ideas y debates). Parece que el detonante de esta ley es el creciente problema que tiene nuestra juventud con el alcoholismo, plasmado finsemanalmente en el fenómeno del botellón. No quiero entrar en argumentos demagógicos (buenas tardes, señor Santamaría) de si ya antes íbamos de botellón, ya antes menudos cogorzones en la Universidad, etc. Lo que sí es cierto es que en esta ley de bebidas alcohólicas se mete en el mismo saco todo aquello que tenga (creo) más de 0.5% de alcohol. Por lo tanto, el vino estará también bajo las garras restrictivas de esta limitación. Y digo yo ¿No se dan cuenta los responsables políticos que el consumo de vino no tiene nada que ver con el botellón, ni con la afición a beber de la juventud? He vivido un año en Dinamarca y otro en USA. Allí nos vanagloriábamos de que en España bebíamos vino en las comidas, de que beber vino era algo cultural, con lo que nos criábamos, sin que ello supusiese que fuéramos todos unos borrachos descontrolados; nos mofábamos de las prohibiciones de vender bebidas alcohólicas los domingos, de los impuestos altísimos. Allí (Dinamarca, Suecia) con todas esas medidas restrictivas y con los impuestos estratosféricos sobre el alcohol, los chavales cogían el ferry de Suecia a Dinamarca, para comprar en el duty-free y emborracharse (de ida) y dormir la cogorza (de vuelta). Allí (USA) las fiestas de fin de semana en las casas de los adolescentes terminaban con frecuencia con visitas de la policía. Y llevaban años de restricción. En USA casi podría decirse siglos.

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