UN DEBATE ESTÉRIL

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En los medios de comunicación de los USA, en los últimos días, ha tenido lugar un pequeño rifi rafe acerca del valor nutricional de los alimentos ecológicos (orgánicos, que dicen ellos, y que se ve también por aquí, en traducciones literales). La cosa empieza porque el Organic Center, un órgano de la Asociación Americana de Comercio Ecológico, publico una revisión en la que se afirmaba que los alimentos ecológicos eran del orden de un 25% más nutritivos que los convencionales (yo desconfiaría de lo que diga este centro sobre los alimentos ecológicos, igual que desconfiaría de lo que dijese Danone o Coca-Cola de sus propios productos). Entonces, Joseph Rosen, profesor emérito de la Universidad de Rutgers, dijo que de eso nada monada, y le dio forma de artículo publicado por el Consejo Americano de Ciencia y Salud. El citado profesor destacaba que los datos se habían interpretado de una manera sesgada, y que de hecho, utilizando los mismos trabajos sobre los que se basaban las afirmaciones del Organic Center, se llegaba a la conclusión de que los alimentos convencionales eran un 2% más nutritivos (es decir, que más o menos son iguales).

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PONER EN MARCHA EL VENTILADOR

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Para llenarlo todo de mierda, eso es lo que ha hecho coca-cola con su último anuncio. Bajo mi punto de vista es la publicidad más escandalosa en el ámbito de los alimentos que he visto hasta ahora. Y que se dejen de monsergas del bigmacho o el recontraKing. Básicamente lo que ha hecho coca-cola es poner en entredicho toda la información nutricional potencialmente negativa que haya sobre el consumo de su refresco estrella, a base de ridiculizar la información sobre alimentos y nutrición que ha venido siendo evidenciada como falsa en los últimos años. Es decir, como el pescado azul nos decían que era malo y ahora que es bueno, el vino que era malo y ahora que un poquito es bueno, etc, pues si dicen algo negativo sobre el consumo de coca-cola, será también falso, ya se demostrará en el futuro. Para rematar, y para ganarse a las amas de casa (además el anuncio es sexista) concluye que ¿quién va a saber mejor qué comida es buena o no para su familia sino la cocinera?. En fin, con todo mi respeto para las amas de casa, cuando se intoxicaron con el aceite de colza miles de personas, debía ser que durante esas semanas cocinaban los científicos.
La coca-cola aporta muchísimo azúcar, amén de tener un pH bajo por el uso de ácido fosfórico en su fórmula (esto último no me parece tan grave, aunque en algunas páginas se escandalicen con el pH de en torno a 2 que presenta, porque el limón o la naranja andan por ahí; citan estudios en los que parece que un consumo elevado de bebidas con ese pH disminuiría la absorción del calcio, pero yo no he visto los estudios -no digo que no existan-). Hay cientos de estudios que constatan que el aporte generoso de azúcar de los refrescos está entre los principales responsables de la obesidad infantil, que indirectamente es una de las causas del aumento de diabetes tipo II en la población. El primer párrafo de este estudio, publicado en la revista «Circulation» es lapidario (lo traduzco):
«Varios informes desde los USA y Europa indican un aumento en el consumo de refrescos entre la población de niños, adolescentes y adultos en las últimas tres décadas. Multitud de estudios clínicos han relacionado un aumento en el consumo de refrescos con la actual epidemia de obesidad y diabetes melitus entre los niños y los adolescentes, y con el desarrollo de hipertensión en adultos» y se indican las referencias bibliográficas pertinentes. Pero nada, esta gente está tirando el dinero investigando, porque de todo esto los que saben son los que se encargan de cocinar en cada casa.
El cuadro es «El Angelus» de Millet, para reconciliarme pictóricamente con Mascarpone (espero).

XXL: EL TAMAÑO PARECE QUE IMPORTA (recuperado)

Gran revuelo con esto de las hamburguesas gigantes de BurgerKing. No tengo una opinión definida sobre el asunto. Por una parte, legislar (o aconsejar, o coaccionar) hasta ese punto me parece cercenar la libertad del que oferta y del que elige. Por otra parte, el índice de obesidad de la población, el número de diabéticos, la incidencia de enfermedades cardiovasculares, etc, demuestran que la cultura nutricional de nuestro entorno se va perdiendo (en realidad nunca ha existido tal cultura, pero coincidía que los hábitos alimenticios eran más o menos sanos), y algo hay que hacer para intentar corregir malos hábitos. En fin, independientemente de todo eso, un par de comentarios:

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