SACIEDAD Y APETITO

LuigiBenedicenti

Comemos lo que comemos, ni más ni menos, por una serie de complejos mecanismos de control. Por una parte, el organismo tiene que asegurarse que haya una ingesta calórica y de nutrientes para poder sobrevivir, y es por ello que sentimos hambre, apetito, y hasta algunos sentidos nos pueden conducir hacia aquello que más necesitamos.

Una vez que esas necesidades han sido cubiertas, resulta necesario que existan mecanismos que informen al cerebro de que ya no es necesario seguir comiendo, de tal manera que el mensaje final que se percibe será de saciedad. No hay ninguna duda que estos mecanismos de saciedad actúan de una manera menos contundente, y en el contexto de la actual hiperabundancia de alimentos y de tentaciones de los sentidos, su poder es limitado. No obstante, conocer las rutas que conducen a la saciedad puede servir para programar una dieta para adelgazar que permita no tener una continua sensación de hambre, o diseñar alimentos que induzcan una sensación temprana y/o prolongada de saciedad. O todo lo contrario: en grupos cuyo problema es que no alcanzan las cantidades recomendadas de determinados nutrientes porque no son capaces de comer más (en determinadas enfermedades o en ancianos), conocer los mecanismos que desencadenan la saciedad podría permitir aumentar la ingesta diaria. Voy a intentar hacer un resumen de cuáles son esos mecanismos que conducen a la saciedad, y a dar algunas indicaciones de qué tipo de alimentos pueden inducirla de una manera más o menos efectiva. Para ello me he basado mayormente en al artículo de revisión “Satiation, satiety and their effects on eating behaviour” y en contenidos del libro “Satiation, satiety and the control of food intake”. Sigue leyendo

¿POR QUÉ SI ESTÁ FRÍO QUITA MÁS LA SED?

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O más bien, ¿por qué si una bebida está fría (o tomamos un helado cuando tenemos sed) nos da más sensación de bienestar que si está templada? Este es el tema que trata el artículo de revisión publicado en el “Food Quality and Preference”.

El caso es que bebemos para regular la osmolalidad (concentración de solutos) en la sangre. Si la concentración de los distintos solutos en la sangre se hace más elevada, tenemos el impulso irrefrenable de beber para conseguir que baje. ¡Y vaya que se consigue! Pocas sensaciones hay más agradables que calmar la sed. Pero curiosamente resulta mucho más agradable con agua fría. Y eso es lo que documentan en este artículo, donde citan diferentes estudios en los que de hecho se ha comprobado que esto es así (cosa que no hacía mucha falta: todos lo percibimos así): la sed se calma de una manera mucho más efectiva con una bebida fría. Sigue leyendo

SACIEDAD

De un tiempo a esta parte ha crecido el interés en conocer qué aspectos de la comida se relacionan más con la saciedad, debido sobre todo a lo que algunos han denominado la pandemia del siglo XXI, que incluye un coctel de obesidad, diabetes, síndrome metabólico y otros regalitos relacionados con el mucho y mal comer y el poco o nada moverse. Se busca saber si tal o cual compuesto o característica pueden provocar una sensación de saciedad mayor con un menor consumo de calorías (para conseguir hartarse sin engordar).

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COMIENDO EN LA OSCURIDAD

Otro de percepciones. O de sensaciones. En un artículo de la revista “Appetite”, un grupo de investigadores de diversas nacionalidades (uno de ellos de la Universidad de Cornell, NY, USA; –suspiros al ver el Stocking Hall en la foto-) presentan los resultados de un estudio en el que han constatado los efectos de las referencias visuales sobre la saciedad cuando se está comiendo.

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