DOS DE CAFÉ Y UNA AMARGA

Según publican unos investigadores en el «PLoS Genetics«, el que nos guste más o menos el café está en parte determinado por nuestra genética. Algo así como el “no puedo evitarlo”. Parece que se sabía ya que ese gusto por el café era en parte heredado, mediante estudios realizado con gemelos. Ahora lo que se ha visto es que determinados genes implicados en la codificación de enzimas que permiten metabolizar la cafeína en el hígado podrían ser los responsables de esa preferencia.

Así, los individuos con un material genético que les permita tolerar mejor esa cafeína, serán los que tengan más apetencia por tomarla: “Ocurre que es tu hígado más que tu cerebro, el que determina la cantidad de cafeína que se ingiere al día. Uno podría pensar -“bebo cafeína para sentirme bien o para no sentirme mal”- pero este efecto, a su vez, está establecido por la velocidad a la que tu hígado metaboliza la cafeína. Si tu hígado la metaboliza rápidamente, entonces es más probable que bebas más”

En este mismo sentido, en la prestigiosísima “Chemical senses”, se ha publicado otro estudio en el que se relaciona el gusto por (o la tolerancia de) las comidas amargas con la genética del individuo: “Igual que hay personas que son daltónicas, algunos son ciegos para determinados sabores y simplemente no pueden detectar sabores amargos que otros individuos sí pueden detectar”. Parece que hay hasta 25 receptores diferentes de sabor amargo, que están codificados por una familia de genes. Estos investigadores han comprobado que la variedad genética en estos genes determina que a unas personas les resulte menos apetecible (por ejemplo) el zumo de pomelo o el café. Y esto puede ser muy importante, ya que en estudios previos se había observado que las personas que son muy sensible al sabor amargo, llegan a comer hasta un 25% menos de verduras, lo que no resulta muy adecuado nutricionalmente. Y digo yo, que en cierto modo también influirá sobre la cantidad de café que tomen, porque el café es amargo, aunque haya trucos para disminuir ese sabor.

Lo cierto es que me la trae un poco floja si el que me apetezca tomarme 3 o 4 cafés al día es algo aprendido o genético, si se debe a mi capacidad para metabolizar la cafeína o mi incapacidad para percibir los sabores amargos. Es además difícil diferenciar ambos posibles orígenes del gusto por el negro manjar, ya que en muchos casos es el entorno familiar el que determina que desde bastante joven se incline uno por esta bebida, pero igualmente, las personas de una misma familia tienen un gran parecido genético. Pero al final, esto puede tener sus consecuencias sobre la salud. Y aquí entra el segundo estudio:

En el novísimo “Journal of Caffeine Research”, se ha publicado una revisión (gratuita on line) sobre las implicaciones de la cafeína sobre la diabetes tipo II. Se describe en el citado artículo cómo numerosos estudios han mostrado el efecto potencial de la cafeína para aumentar la resistencia a la insulina en individuos no diabéticos, lo que podría acabar provocando la aparición de esa enfermedad. De hecho, se ha visto que en individuos diabéticos, el pico de glucosa es mayor si al consumo de un hidrato de carbono se le une el de cafeína. Y esto me preocupa, porque bebo un montón de cafeína, y en mi familia hay antecedentes de diabetes tipo II. Sin embargo, en la misma revisión, se citan estudios epidemiológicos en los que las bebedores de café presentan una menor incidencia de esa enfermedad. Al final, el autor sugiere que los efectos de la cafeína sobre el metabolismo de la glucosa son más bien a corto plazo.

Menos mal, porque no me veo bebiendo menos de dos cafés y una cocacola al día. Ni sin mi redbull para los viajes.

El cuadro es de Pedro Campos.

 

7 pensamientos en “DOS DE CAFÉ Y UNA AMARGA

  1. Hola Orges….que interesante entrada, por dos motivos:
    Primero,ahora entiendo como puede existir comentarios tuyos a las 7 de la mañana, con tanta cafeína duermes poquito, poquito….
    Segundo, he leido algunos estudios sobre los efectos ergogénicos de la cafeína en los/las (cuidado!!) deportistas, (casi todos hablan de el efecto positivo de su consumo antes de una prueba, por su estimulación), pero al leer el comentario veo que hay cierta interferencia en el metabolismo de la glucosa (hecho que restaría efectividad en una prueba deportiva..)
    En resumen, la cafeina por un lado estimula y por otro resta eficiacia en el metabolismo de la glucosa…no??
    Yo te digo una cosa…..realmente cuando tomo un cafelito antes del gym….
    joer…!! hago las sesiones a tope….pero bueno, habrá que seguir leyendo..
    Buena Semana Santa!!
    Saludos!!
    javier

  2. Gracias por el comentario, Javier.

    Pues sí, seguramente la cafeína me ayuda a no estar mucho tiempo dormido, pero en cualquier caso duermo poco, y si no fuera por ella estaría arrastrándome todo el día.

    Y en cuanto al uso en deportistas, está claro que por una lado se consigue un efecto estimulante, pero su acción sobre el metabolismo de la glucosa no la veo claramente perjudicial. Si disminuye la efectividad de la insulina, se prolongará el pico de glucosa en sangre después de la ingesta de un hidrato de carbono, que es lo que se persigue en pruebas de fondo.

    Yo también voy a tope si me tomo una cocacola o un café antes de entrenar. Lo malo son esas 4-5 pulsaciones extra, que te pueden colocar al borde de lo no recomendable.

    Saludos

  3. Con relación al «amargo», realmente con un buen café arábigo colombiano, poco se resalta este aspecto en la bebida, pero un mal café así sea arábigo colombiano o de cualquier origen, afecta y condiciona culturalmente al bebedor. De ahí que en muchos hogares existan jóvenes que por una mala experiencia o con un café mal preparado por su familia, se niegan a tomar y disfrutar de un buen café, durante toda su vida.

  4. Gracias por tu comentario, Parmenio, y perdón por el retraso.

    El café puede en efecto ser más o menos amargo, y esto sobre todo depende de cómo se haya realizado el tostado, ya que los compuestos amargos más importantes provienen de esta etapa de su procesado, y solamente algunos compuestos con sabor amargo (como la cafeína) aparecen en el grano. La preparación también puede contribuir a potenciar el sabor amargo, pero si se parte de un grano excesivamente tostado, no se pueden hacer maravillas. Es típico en algunos bares aquí en España, utilizar cafés muy, muy tostados, para ahorrar (se necesita una menor cantidad de café para conseguir un mínimo de sabor), consiguiendo así cafés de un sabor horriblemente amargo.

    Saludos

  5. Es una práctica universal la de llevar los cafés a un tostado bien alto, por un lado para encubrir los defectos y por otro lado para que la bebida «pinte» y así hacerla rendidora.

    En Colombia muchas señoras que prestan el servicio en cafeterías, no se sienten bien cuando se les ofrece café en tostiónes medias o bajas. se sienten estafadas.

    Un abrazo

  6. Gracias por el comentario, Parmenio.

    Sí, aquí también hay (habia más antes) gente a la que le gusta que esté muy tostado. También hay otros muchos a los que ese tipo de cafés les provoca una inminente e inaplazable necesidad de visitar el WC.

    Saludos

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