Todavía no sé si tengo “jet lag” (aunque esta modorra a media tarde, después de haber aterrizado tras un vuelo agotador a las 7:30 de esta mañana, me hace suponer que sí, que lo tendré); aún miro atento a cualquier lado antes de cruzar la calle, temeroso de que me arrolle una bicicleta o me sobresalte el claxon de un taxi; y tengo impregnado el olor característico (e inefable) de casi todos los restaurantes de Pekín. Pero de nuevo estoy en la rutina diaria. Con muchos nuevos contactos y nuevos planes, sobre todo en lo referente a trabajar en asuntos referentes a la ciencia y la cocina (aunque no solamente, ni mucho menos).

Entre Purificación García (Universidad Politécnica de Valencia) Raúl Ruiz (Universidad de Zaragoza), Ana Mayoral (Universidad de Extremadura y, para más señas, mi cónyuge) y yo, tenemos pensado hacer un breve pero extenso resumen de nuestros avatares culinario-gastronómicos por Pekín. Como adelanto de los platos más destacados (para bien o para mal, sin orden ni concierto): tofu apestoso, navajas con jengibre, el famoso pato laqueado, cortezas de cerdo con chiles verdes, los conocidos dim sum, arroz envuelto en hojas, costillar de cerdo picante… Muchos de los nombres no se corresponden con el original. Lo siento por los puristas. Con la ayuda de Ana, Puri y Raúl (por cierto, mañana se va a Londres para pasar dos mesecitos ni más ni menos que con el amigo Blumenthal a “The Fat Duck”) intentaré reconstruir los nombres reales en las siguientes entradas. Por cierto, me gustaron las denominaciones alegóricas de algunos platos (“Infinita cascada de placer….¿se puede pedir algo más?”; esto era el nombre de un plato: no comments). Raúl y Puri comieron escorpiones; yo estoy muy decepcionado conmigo mismo, porque a última hora me rajé.

De arquitectura y modos de vida no me extiendo, que mi opinión no merece mucha atención y hay miles de páginas que ya hablan de eso. Me quedo en el manido recurso (pero verdadero) de que todo es muy diferente y nos llama mucho la atención, aunque tengo la sensación de que en pocos años va a quedar muy poco o nada de lo que era el Pekín tradicional (de hecho, parece que ya queda poco). La gran Muralla, la Ciudad Prohibida, el Templo del Cielo, el Palacio de Verano de la Emperatriz, el Templo del Lama, los Hutong, la calle de la seda y los regateos, los gargajos a diestro y siniestro por la calle, la gente cantando y bailando en corro en los parques…

El último tema del álbum “Concerts in China” de Jean Michel Jarre se llama “Souvenir of China”, y trata de transmitir (o a mi me transmite) una especie de “saudade” oriental. Pues eso.