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Internet se ha colado en nuestras vidas. La verdad es que no consigo saber si la usamos correctamente o si es ella quien nos usa a nosotros. No pretendo en unas pocas líneas dar respuesta a esto, pero imagepermitidme que piense algo en voz alta. Si es una bendición, o una revolución, o un peligro, o el mísmisimo Satanás es algo que no nos toca decidir aquí. Es algo que ya está decidido.

Hace no mucho tiempo pude escuchar en la radio una noticia que me dejó un tanto perplejo: se había puesto en marchar una web que conectaba un servidor a una pequeña camarita de vídeo y a su vez esta a un rifle. Si, un rifle. Este “sofisticado” artilugio recibía peticiones desde cualquier parte del mundo a través de una web, de forma que el “cliente” después de realizar un generoso pago, tenía en la pantalla de su ordenador la visión que le daba la cámara, y en sus manos la posibilidad de moverla, dirigirla a su antojo. La cámara mostraba una reserva de caza y claro, como es lógico en estas reservas suele haber animales. Si la suerte acompaña o por el bien del negocio, un ciervo pasa por delante de la cámara, aprietas un botoncito en el ratón y zas, el rifle se dispara y el ciervo cae al suelo.
Creo que puedo imaginarme la escena: hay un tipo solo en casa, con un chándal de marca y gorra de caza. Su mesa está llena de restos de comida y varias latas de cerveza. Al levantarse por la mañana no sabía que hacer con su dinero y decidió que sería divertido matar un ciervo.
Tengo el firme convencimiento de que Internet ha supuesto y está suponiendo un cambio social superior al que en su día provocó la Revolución Industrial. Tengo el firme convencimiento de que nos aporta y aportará bondades que no podemos aún ni imaginar, pero me preocupa profundamente la madurez de nuestras cabezas y la de nuestros hijos para asimilar todo esto.
Hemos suprimido las distancias. Hemos anulado (por ahora) tres de nuestros cinco sentidos. Nos bastan la vista y el oído para movernos por el mundo: para aprender a preparar un artefacto explosivo, para visitar un club de alterne, para comprar cualquier tipo de sustancia de dudosas procedencias, para poder ver y aprender la forma más rápida y limpia de cargarnos a nuestro vecino.
He hablado con algunos padres de hijos adolescentes que mostraban una tranquilidad asombrosa al hacer saber que sus hijos pasaban la tarde en un cíber. Supongo que tienen una gran confianza en ellos.
Dejando a un lado amores u odios, pasiones o fobias, es el mundo que tenemos, el que nos estamos construyendo y por ese motivo me preocupa especialmente el educar a los que vienen para entenderlo.
No podemos olvidar que ahora la calle está también dentro de casa. No huele, no sabe, no podemos tocarla, pero está también en los dormitorios de nuestras casas; y no entiende de distancias.

4 pensamientos en “WWW

  1. No sé si el éxito en la transmisión de otros sentidos por la red (ya hay intentos para el aroma, hay tambien manos y vaginas electrónicas; el del gusto me parece el menos complicado, solo somos capaces de percibir 5 sabores) cambiaría la situación. Porque el sentido común no se transmite, ese tiene que estar ya instalado en la persona que recibe la información. Y parece que la versión 3.0 de este sentido se queda colgada con facilidad

  2. ¡¡Mein Got, un preocupado social!!!
    Pero, ¿no es suficiente con sobrevivir?.
    Lo hermoso es sucumbir (E. Cioran).
    Hay que mejorar chico.

  3. Internet ha venido a traer otra tarea a los padres. Desde que nacen intentas enseñarles a andar, el nombre de las cosas, comer solo, mirar antes de cruzar, entender los semáforos, no te vayas con nadie desconocido, sexualidad…, y ahora también tienen que manejar el ratón del ordenador, navegar… y sobre todo ayudarles a interiorizar todo lo que ven en la pantalla (que uno mismo puede censurar, hasta cierto punto, no dejando la entrada en tu casa a determinadas informaciones). A partir de una cierta edad creo que les dejaré vía libre (hasta cierto punto), no quiero convertirme en un Franco o una iglesia en casa que diga qué debes hacer o no. No es bueno alejarles de la realidad, luego sales al mundo y ¡te pega tantas bofetadas!, lo digo por experiencia.

  4. Yo también creo que no hay que alejar a los niños de la realidad. Y además si se educa a los niños con una actitud represora, lo que se les enseña es a tener esa misma actitud, que luego perpetuarán con sus propios hijos.
    Por otra parte, el uso continuado del ordenador incide negativamente en el desarrollo de la creatividad y de la imaginación, además de la falta de movimiento corporal, la carencia del uso de los sentidos, como apuntaba Ignacio, etc. El niño llega a definir la realidad por lo que ve en la pantalla, y vuelve una y otra vez a ella, porque la realidad de la pantalla es controlable, y no así la otra realidad, la del día a día, la de las relaciones, la del mundo.
    En fin, un abrazo a todos los que sois madres y padres, porque tenéis un reto enorme ante vosotros. Que os guíe el corazón y la intuición.

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