MÁS DE ARTE Y COCINA

imageEl título ya me pareció atrayente:”Sopa de Kafka” (publicado en España por “Edaf”). Lo ha escrito un hasta ahora fotógrafo (Mark Krick) y básicamente consiste en una serie de recetas de cocina en las que al autor se reencarna en diferentes literatos y/o artistas conocidos (Raymond Chandler, Irving Welsh, Jane Austen, Marcel Proust, Franz Kafka, Gabriel García Márquez, John Steinbek, el Marqués de Sade, Virginia Woolf, Homero, Graham Greene, Jorge Luis Borges, Harold Pinter y Geoffrey Chaucer). Cada receta está escrita con el estilo y las peculiaridades de cada uno de los creadores en los que se va reencarnando. Aún no lo he leído, pero los párrafos que publicaron en la revista de la que saco el comentario (XL Semanal) me parecieron muy entretenidos; no sé si decidirme por incluir aquí el de Viginia Woolf (a la que últimamente estoy enganchado) o el de Kafka (el que he estado enganchado siempre)… Voy por Woolf:

“TARTA VIRGINIA WOLF
INGREDIENTES: medio kilo de cerezas, 3 huevos, 150 gramos de harina, 150 gramos de azúcar, 150n gramos de levadura disuelta en agua caliente, 100 gramos de mantequilla, 1 vaso de leche
Preparación en plan “Miss Dalloway”
Coloco las cerezas en una bandeja que había untado de mantequilla y echó una ojeada por la ventana. Los niños no paraban de corretear por el césped. Entre el rojo vivo de los macizos de tritomas, Nicholas se daba media vuelta para esperar a los demás […] A fuego lento derrito la mantequilla hasta que se puso traslúcida y suave, oleaginosa y tersa, clarificada y de color dorado, y la mezclo con el azúcar en un cuenco enorme. ¿Debería haber preparado algo que fuera inglés de toda la vida? (Sin querer, ante sus ojos desfilaron montones de pasteles). Era una receta francesa, faltaría más, que había aprendido de su abuela, porque la cocina inglesa era abominable”

Pero no me resisto a recoger la de Kafka, que da título al libro:
“SOPA KAFKIANA
INGREDIENTES: 3 cucharaditas de miso fermentado, 150 gramos de tofú sedoso, 4 o 5 champiñones pequeños, unas hojas de wakame seco.
Preparación al modo “El proceso”
K. hubo de reconocer que aquello podía pasarle a cualquiera que no tuviese los ojos bien abiertos. Echó un vistazo al frigorífico y comprobó que estaba casi vacío, de no ser por unos cuantos champiñones, que procedió a cortar en láminas. Aunque los comensales ya estaban sentados a la mesa, parecía tener poca cosa que ofrecerles […] El silbido de una cazuela que rompió a hervir lo llevó a pensar de nuevo en la cena, al tiempo que reparaba en un tarro de miso fermentado y un trozo de tofú sedoso, que quizá se hubiese olvidado la casera. En un intento de que su proceso no tuviese ningún revés, puso tres cucharadas de miso en un cazo y añadió un litro de agua bien caliente.”

3 pensamientos en “MÁS DE ARTE Y COCINA

  1. A mi parecer las artes y la cocina forman una combinación mágica, relajante y llena de vitalidad. Las primeras encuentran tema de inspiración en la segunda y viceversa. Una simbiosis perfecta. Me encanta ir a restaurantes y cafés que cuelgan en sus paredes pinturas y fotografías de algunos artistas desconocidos. Siempre acaban siendo temas de conversación entre bocado y bocado, entre sorbo y sorbo. Recuerdo con cierta nostalgia aquellos años de universidad en los que cambiabamos las horas de clase por reuniones pseudo-intelectuales en los cafés de la calle del rectorado. La torre de babel… el café, notas de clase, pastas de te, alguna novela, fotografías antiguas y las horas del reloj.

  2. Pues ya la Torre de Babel no existe… No sé, creo que el ambiente en Cáceres es diferente ahora, aunque seguramente el que ha cambiado (y mucho) he sido yo. Ya sabes que los recuerdos nos son ni mucho menos realistas; normalmente te acabas quedando con lo bueno, o incluso con la sensación que te producía algo, más que con la realidad en sí. En fin.

  3. Tienes razón, nosotros cambiamos, nuestros gustos y nuestras formas de pensar. Incluso la sensación de disfrutar de algo. Yo creo que los recuerdos no son tanto el entorno en sí o la situación que vivimos en un determinado momento, el recuerdo es realmente el placer o el dolor que nos produce ese momento. Si no se dieran estos dos elementos de placer o dolor no creo que hubiera recuerdo, por lo menos a largo plazo.

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