Los días de sol o algo de calor, en la carretera Peloche-Herrera, pegado al embalse García Sola, podemos ver a Francisco «Patilla», sentado en su pequeño habitáculo, raspando el corcho para quedarlo muy liso. Trabaja este material casi exclusivamente, y la mayoría de las veces hace 2 ó 3 cosas: corchuelos, paneras, y algunos toros de corcho.

En la foto se observa el proceso de fabricación, que acaba en un cubo de corcho con varios huecos para su mejor manejo. También se usaban para ordeñar las cabras… Las piezas están pegadas con cola en un primer momento, y atravesadas luego por un clavo de madera de jara (muy dura y fina).
Otra cosa que también hace son las paneras. Se aprovecha la curvatura del tronco de corcho, se raspa la corteza, se lima, se lija… y medimos un par de piezas laterales para tapar los bordes. Éste elemento vale para picar pan y hacer las migas “las mujeres”, como bandeja, se usaban como cunas (en tiempos de la guerra), o para poner al niño Jesús del nacimiento. Quizá algunas de estas utilidades no lo sean tanto hoy día.
Y por último también hace pequeños adornos como unos toritos, a veces combinados con un carro, del que tiran.
Pero de esto no vende nada. Dice que lo hace para sus nietos, tiene 6, pero le sobran cacharros allí. Parece como si eso que hace fuera parte de un destino infinito, al que con toda la paciencia y detalle dedica su tiempo, tantísimas tardes en esa pequeña habitación de Peloche. “Pasa, del consumo y del comercio”.