EL FINAL DE LA CUENTA ATRÁS

imagePor supuesto, no tengo datos que ratifiquen mi percepción que, por supuesto, es subjetiva (de eso tratan las percepciones). Pero creo que no me equivoco mucho: desde que salió a la palestra que la normativa vigente sobre la publicidad de los alimentos va a cambiar, y que para utilizar alegaciones nutricionales y/o de implicaciones sobre la salud de los consumidores van a ser necesario estudios científicos serios y contrastados, ha tenido lugar un “sálvese quien pueda” o “maricón el último” (creo que esto ahora ya no es políticamente correcto) en la publicidad de alimentos en España. Y es que se ven por doquier argumentaciones sobre propiedades de alimentos, algunas profundamente estúpidas, otras las de siempre pero engordadas, otras sobre nuevos productos semimilagrosos… Me imagino que si alguna compañía estaba desarrollando un producto teniendo como pieza clave de su estrategia comercial ese tipo de alegaciones, y se encuentra de repente que les van a prohibir (o les van a poner mucho más difícil) hacer publicidad, pues intenta (yo lo haría) hacer una fuerte campaña durante los últimos meses antes de la prohibición, para que quede un poso en las neuronas del comprador.
Otras compañías se van preparando para el cambio: por ejemplo, una conocida marca de agua embotellada ahora ya no afirma que su consumo disminuye los niveles plasmáticos de colesterol, sino que hace gala de que financia estudios relativos a ese tipo de temas (y parece que queda en el aire que si se financian dichos estudios, será porque finalmente viene bien beber esa agua. ¡Qué fino hilan los publicistas!).

Otro ejemplo: 10 razones para comer margarina (¡La gallina! Que además rima). Es el caso típico de verdades vacías. Se argumenta que el susodicho producto contiene muchos menos ácidos grasos saturados que su contrincante (la mantequilla), que incluye ácidos grasos insaturados (que son muy buenos para muchas cosas), que contiene cantidades apreciables de determinadas vitaminas, que no contiene colesterol, que tiene menos grasa… Se apuntan las bajas cantidades de ácidos grasos trans- (de algunas mantequillas). Como ya se ha comentado por aquí en alguna ocasión, los ácidos grasos con dobles enlaces del tipo trans- se han relacionado de una manera bastante evidente con al padecimiento de enfermedades de diferente tipo, principalmente cardiovasculares. A ver, que conste que yo no creo en eso de alimentos malos o buenos, que más bien es la dieta la que puede ser más o menos adecuada. De hecho, la margarina que podamos tomar en casa untando tostadas no creo que en la mayoría de los casos (alguien habrá que se zampe la tarrina de una sentada, pero serán los menos) suponga la ingesta de un nivel escandaloso de ácidos grasos trans- (más bien el problema está en la bollería industrial, donde se utilizan aceites vegetales hidrogenados a destajo). Pero obviar este tipo de cuestiones o señalar que la margarina tiene menos grasa que otros alimentos, y centrarse en las “excelentes” propiedades nutricionales de la margarina es claramente tergiversar la realidad (como Escher en sus dibujos, por cierto, ¡qué bonita la exposición en Madrid!).

3 pensamientos en “EL FINAL DE LA CUENTA ATRÁS

  1. Hola Orges, muy buena observación en cuanto a la estrategia publicista de los nuevos alimentos…ayer, sin ir más lejos me comentaba mi madre,(que poco a poco se está convirtiendo en una experta tecnóloga de alimentos), que de un tiempo para acá todos los anuncios de alimentos nuevos van acompañados de algun tipo de beneficio paralelo, desde la nueva margarina rica en DHA, hasta los yogures con proteinas de soja?????? es algo increible. Parece que el resto de productos tradicionales ya no alimentasen lo mismo.
    Por cierto, si puedes, pegale un repaso al suplemento dominical del mundo, se le hace una oda a la hamburguesa de las de campeonato y casualmente…..el reportaje acaba alabando las características positivas de la BIG MAC.
    Un saludo. Javier

  2. Hola Orges,
    He topado por casualidad con tu blog y me ha enganchado (felicidades). El post referente a que se prohiba mencionar beneficios no demostrados en la publicidad de alimentos, me ha recordado una experiencia en la que participe tangencialmente. Dada mi profesión, cayó en mis manos el informe de un supuesto estudio clínico sobre la capacidad adelgazante de determinado alimento. En dicho estudio clínico un numero (pequeño) de voluntarios ingerian una cantidad diaria de este alimento durante dos semanas. Antes y después del periodo de ingesta fueron pesados y se concluyó que había una disminución en el peso de muchos voluntarios. El estudio se realizó sin placebo, sin controlar el resto de la dieta y sin verificar la ingesta del alimento en cuestión. La publicidad de este alimento afirma que se ha comprobado científicamente que adelgaza.
    Moraleja: Una cosa son los estudios científicos y otra los “experimentos con gaseosa” .
    Si se atribuye a un alimento algún efecto terapéutico más allá del nutricional, debe demostrarse su eficacia con el mismo rigor que se emplea con los fármacos. Menos que eso es engañar al consumidor.
    Me gustaria conocer tu opinión al respecto.
    Un saludo. Ricard

  3. Completamente de acuerdo. Se pueden encontrar muchos trabajos sobre aspectos nutricionales de determinados alimentos (incluso de suplementos nutricionales) en los que el diseño experimental es desastroso o brilla por su ausencia. No comprendo como estos trabajos acaban siendo publicados en revistas de cierto prestigio. Un par de ejemplos son el del trabajo de agua vichy catalán y la disminución (creo recordar) de colesterol sanguíneo en post-menopáusicas y el primero del CLA y las pérdidas de peso (la verdad es que después ha habido uno noruego a este respecto bastante decente). Lo malo es que una vez publicados en una revista que este incluida en SCI parece que ya los resultados van a misa.
    Me alegro de que te guste el blog.

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