EL AROMA DEL SEXO

Una de las estrategias de las que se sirven los animales de un sexo para atraer a los del otro es la síntesis y liberación al ambiente de unas sustancias químicas (químicas pero naturales, que disgusto para los integristas de lo natural) denominadas feromonas. image Estos compuestos llegan hasta las células olfativas de la cavidad nasal del individuo de la misma especie y sexo contrario y allí desencadenan una cascada de reacciones bioquímicas (lo siento, la atracción sexual tiene mucho de bioquímica y fisiología, que se le va a hacer) que finalmente ponen en disposición de llevar a buen término las intenciones de cópula del emisor de las susodichas feromonas. Hasta aquí todo bien (sobre todo para el que emite las feromonas, si ha tenido éxito). El problema para nosotros los humanos surge cuando una de esas feromonas aparece en un alimento, y cuando además somos capaces de percibirla.

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