Existen un gran número de técnicas (o sistemas o como se quieran llamar) de adelgazamiento que van desde la engañifa pura y dura al atentado contra la salud pública. Sin embargo, algunos lo hacen de manera más científica que otros. De estos con base pseudocientífica el ejemplo más renombrado es el test ALCAT. Parece tratarse de un método que se basa en un análisis de sangre en el que se examina la reacción contra determinados componentes de los alimentos (cuantificada mediante la detección de determinadas inmunoglobulinas específicas en sangre). Al parecer, basándose en esta información, los técnicos en la materia aconsejan el consumo de determinados alimentos, que “metabolizaremos” mejor, y eso nos hará adelgazar, ser más fuertes, encontrarnos mejor… (no he encontrado nada sobre crecer el pelo, lástima). A mi estas cosas me escaman de antemano, así que me he puesto a buscar donde hay que buscar, es decir, en la información científicamente avalada. Resultado de la búsqueda: 5 artículos que tratan sobre el tema en revistas de prestigio (revistas científicas), en los que más o menos se coincide que no existe ninguna evidencia de que esto sirva para algo. Bueno, sí, para sacarles 350 euros por análisis (más el tratamiento) a los incautos que compran estos crecepelos de boñiga de vaca. El caso es que en sus páginas de web (las de los que venden el análisis y el tratamiento) se da un información complejísima de la base de está técnica, información que obnubila al más pintado, y le hace creer a pies juntillas lo que allí se le cuenta, porque no tiene argumentos para rebatirlo. Pues bien, como mi opinión no es muy fiable (en nada), entresaco algunas frases de gente que sabe más que yo:
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