HAROLD McGEE CUESTIONANDO MITOS SOBRE LAS BONDADES SENSORIALES DEL ACEITE DE OLIVA (COCINADO)

La última columna de Harold en el NY Times trata sobre la calidad sensorial de diferentes aceites y de cómo ésta se ve afectada por el calentamiento. En resumen, el amigo Harold nos cuenta que en el mercado existen gran variedad de aceites (en los USA se emplean con frecuencia aceites que aquí son más raros, como el de cacahuete o el de colza, que se ha quedado ya para siempre con una mala fama por la famosa intoxicación), acompañada por una tremenda variedad de precios. Esta disparidad de precio puede estar justificada por las diferencias en las características sensoriales de cada uno de los tipos de aceite. Así, el aceite de oliva virgen extra posee matices aromáticos y notas picantes en boca, que son muy apreciadas por determinados consumidores (más aquí en España que allí en los USA, creo yo), mientras que otros aceites son, en líneas generales, neutros desde un punto de vista aromático. Esto es debido a que en la mayoría de los casos se trata de aceites refinados, en los que se ha eliminado todo lo que no sea grasa: olores, antioxidantes, colores…La cuestión es ¿merece la pena esa diferencia en el precio cuando se va a emplear el aceite para cocinar, es decir, cuando se va a calentar?

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OTRA VEZ ALIENTO A AJO

El otro día, en la entrada sobre los artículos de Harold, se comentaban aquí en lamarga algunas de las razones por las que el ajo huele tan a ajo, tan intensamente, por qué provoca ese aroma bucal no siempre agradable para todo el mundo. Pues bien, qué casualidad que en un artículo publicado recientemente en el Journal of Food Science1, unos investigadores de la Universidad de Ohio (USA) explican cómo han comprobado que el consumo de leche disminuye la presencia en la boca de esos compuestos con aroma inequívocamente a ajo.

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  1. Journal of Food Science, Vol 75, Issue 6, pages C549–C558, August 2010 []

ATRASOS DE HAROLD

Bueno, no propiamente suyos, sino míos en la lectura de su blog. Al entrar he visto, primero, que saca en breve su próximo libro. La última vez que nos vimos me dijo que lo estaba ya corrigiendo, y hablamos de la posibilidad de que participásemos (algunos de los miembros de INDAGA) en la traducción. El libro se llamará “Keys to Good Cooking: A Guide to Making the Best of Foods and Recipes” (algo así como “Claves para cocinar bien: una guía para hacer los mejores alimentos y recetas”).

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EL OLOR MEJORA LA ATENCIÓN VISUAL HACIA CIERTOS OBJETOS

¡Qué curioso! En este artículo de la revista Appetite1 se pone en evidencia que los olores pueden mejorar la atención que se presta hacia diferentes objetos (más bien alimentos). Los autores se preguntan si los estímulos olorosos pueden afectar a la agudeza visual de los sujetos hacia objetos que sean congruentes con el estímulo oloroso de que se trate (es decir, ver si el olor a –por ejemplo- fresa hace que muestres más atención hacia las fresas, no si el aroma a mora mejora la atención hacía los boniatos).

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  1. Odors enhance visual attention to congruent objects, Appetite, 54: 544-549, 2010 []

NATTO: CASI UN ENCARGO

El otro día comí con Begoña Tormo, antigua directora de la revista Restauradores, que me dio la oportunidad de publicar una serie (4 para ser más exactos) de artículos en la que era entonces (el año pasado) la revista que dirigía. Durante la comida (en Don Lay, muy buena comida china; china de verdad) hablamos sobre muchos temas de gastronomía oriental, y en un momento dado le comenté lo infumable que me resultó el tofu apestoso. Begoña me comentó que entonces debería ser lo mismo o parecido al “natto”, que es también soja fermentada pero japonesa. Ni idea, pero el tema me resultó interesante y en cuanto que he tenido un momentito me he puesto a buscar. Me llama la atención que existan dos alimentos tan malolientes, a base de la misma materia prima, que les resulte tan exquisito a los nativos (aunque por lo visto no a todos) y tan repulsivo a los extraños (puedo atestiguar que la directora del instituto Cervantes en Pekín se lo comía con fruición, pero debe ser una excepción). Como del tofu apestoso ya hablé a mi vuelta de China, paso a hablar brevemente del natto y de lo poco que he encontrado de información científica sobre el (repulsivo) aroma de ambos productos.

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